LA DESIGNACIÓN de Martí Batres como próximo titular del ISSSTE genera la duda de si se trató de un premio muy chico… o un castigo muy grande.
Y ES QUE el actual jefe de Gobierno aspiraba a ser titular de una secretaría de Estado y al final se quedará con un cargo menor y con poca influencia política. Todo indica que tuvieron razón quienes anticipaban que haber operado en contra del delfín de Claudia Sheinbaum para la CDMX, Omar García Harfuch, cuando buscaba la candidatura de Morena al gobierno capitalino, le pasaría una cuantiosa factura.
INCLUSIVE, dicen por ahí que cuando le dijeron: “Martí, al ISSSTE”, hubo quien pensó que le habían dicho: “Martí, aliste… pero las maletas, que se va a la banca seis años”. Es chiste, parezca lo que parezca.
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¿QUÉ SE NECESITA para que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador reconozca que en Chicomuselo, Motozintla, Bella Vista, Siltepec, Comalapa y Ángel Albino Corzo, municipios de la franja fronteriza con Guatemala, se vive el mayor fracaso de gobernabilidad a manos del crimen organizado? Lo que está sucediendo en esa región no se había visto nunca, ni siquiera cuando se levantó en armas el Ejército Zapatista.
A TAN SÓLO 25 kilómetros de la frontera, la zona es un campo de batalla de grupos de narcotraficantes que se pelean entre ellos y con el gobierno federal, a la par de tener sometida y amenazada a la población civil. Las balaceras han provocado que la mayoría de los negocios cierren sus puertas.
LO MISMO ha pasado con el transporte público que, simplemente, dejó de circular por seguridad y porque no hay pasaje, pues para huir de la refriega, cientos de personas han desalojado sus hogares, buscando refugio en poblaciones cercanas o, inclusive, ¡en Guatemala!
TODO ESO sin mencionar que hasta las bases militares en la región han sido atacadas por los maleantes. Y aunque el gobernador Rutilio Escandón dejará un estado fallido, lo más increíble es que ya tiene asegurada una chamba en el próximo gobierno federal.
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VAYA ENCARGUITO le aventaron a la ministra presidenta, Norma Piña, desde Palacio Nacional. Y es que, en su guerra contra el Poder Judicial, Andrés Manuel López Obrador pidió que la Suprema Corte resuelva de una vez por todas los juicios que buscan cobrarle a Ricardo Salinas Pliego la deuda fiscal que tiene con el Estado por 35 mil millones de pesos.
RESULTA CURIOSO que el mandatario pretenda achacarle ahora a la SCJN cobrar un adeudo que su propio gobierno dejó crecer, sin preocuparse mucho por cobrarlo. Porque, no es secreto para nadie, Salinas Pliego, pese a todos sus berrinches, fue uno de los empresarios más consentidos en este sexenio.
ASÍ QUE el emplazamiento de AMLO a la ministra Piña suena más a una trampa contra la Suprema Corte, que a una verdadera intención de hacer pagar al dueño de Grupo Elektra… aunque sea en abonos chiquitos.