En ajonjolí de todos los moles,
se convirtió el presidente,
un repartidor de atoles,
con dedito negligente.
Sabedor de toda cosa,
y de todo en este mundo,
aunque no mucho de prosa,
es mas de una lenguaje mudo.
A gente de cuello blanco,
la trae bien azorrillada,
al delincuente, no tanto,
solo lo ve de pasada.
Sigue gira bipresidencial,
donde dicen, entregan más obras,
la segunda, y principal,
repartiéndose las sobras.
Mientras presidente y presidenta,
en gira de inauguraciones,
por el país se dan vuelta,
cual si fueran vacaciones,
y la gente se revela,
por ultimas decisiones.
FONSECA H.