Diez hombres con armas de alto calibre avanzaron a bordo de una Dodge Ram y dos motocicletas por la calle Benito Juárez del poblado de Tetecalita, en Morelos. Eran cerca de las diez de la noche del pasado 21 de junio.

Los hombres armados se detuvieron frente a un puesto de micheladas. Descendieron abriendo fuego contra dos mujeres.
La calle se volvió un caos. Las autoridades recogieron en el lugar más de 50 casquillos percutidos. Cuando llegaron los servicios periciales, la escena del crimen había sido alterada. Los cuerpos fueron movidos y algunos indicios balísticos desaparecieron, según los testigos.

Familiares de las víctimas trataron de impedir el levantamiento de los cadáveres. Una noche de horror en Tetecalita.
Al día siguiente, la fiscalía de feminicidios de Morelos expidió un documento en el que, “por el grado de riesgo que se deriva de las actuaciones de la carpeta de investigación” (FEDF-RM/118/2024-06), y del riesgo alto en que se hallaba la integridad de las víctimas directas como indirectas (en el ataque, una mujer había resultado herida), solicitó al comisionado estatal de seguridad pública del estado, José Antonio Ortiz Guarneros, que se diera vigilancia policiaca durante los funerales de las víctimas, y que la madre de una de estas, Yolanda Carbajal Ortiz, recibiera protección de manera permanente.

El documento, firmado por la agente del ministerio público Mónica Guadalupe Torres Torres, estipulaba que en caso de que no se diera cumplimiento a esas medidas de protección, se diera vista al órgano de control interno de la comisión estatal de seguridad y se impusiera una multa al titular Ortiz Guarneros.

La vigilancia durante los funerales se llevó a cabo sin novedad. La supuesta vigilancia permanente sobre Yolanda Carbajal consistió en enviarle a los tripulantes de una patrulla a su domicilio para que preguntaran si todo estaba bien.

La unidad visitó el domicilio de Carbajal el 25, el 27 y el 29 de junio, así como el 3 y el 5 de julio. Según la bitácora de implementación de las medidas, en una de las ocasiones un agente se limitó a llamar por teléfono a Yolanda, pero no hubo contacto.

El 5 de julio de 2024 la patrulla 16021 reportó “sin novedad”.

Al día siguiente, Yolanda Carbajal salió a la tienda y ya no volvió.

Cerca de las dos de la tarde, un par de sujetos que viajaban a bordo de una Italika de color verde la asesinaron. Los testigos refirieron que los agresores se acercaron lentamente hasta alcanzarla, y que luego hicieron entre 10 y 15 detonaciones.

Las “medidas de protección”, de acuerdo con la bitácora, solo se llevaron a cabo cinco veces, en forma de rondines.
La defensa de las víctimas ha señalado que dichas medidas fueron en realidad una simulación.

Los asesinos tardaron solo dos semanas en ir por Yolanda.

Cuando la fiscalía solicitó grabaciones de las cámaras de videovigilancia del poblado de Tecalita para tratar de identificar a los agresores, la respuesta fue la siguiente: “La Comisión Estatal de Seguridad Pública del Estado de Morelos cuenta con cámara de C5 en el lugar referido… no obstante, dicha cámara se encuentra INACTIVA, por tal motivo no es posible proporcionar la información solicitada”.

Pobladores del lugar identificaron a uno de los hombres que asesinaron a Yolanda a plena luz del día. Fue identificado como Cristóbal “N” y señalado como narcomenudista que opera en el lugar.
Hay un documento inverosímil que avisa que las medidas de protección de Yolanda Carbajal se dan por canceladas “por fallecimiento de la víctima”.

El comisionado Ortiz Guarneros se ha quejado de que este año —en un estado incendiado por la violencia— la corporación a su cargo ha tenido que brindar 1,700 medidas de protección. Dice que eso le distrae “muchísimo personal”, además “de las escoltas que deben traer el señor gobernador y algunos funcionarios que han sido amenazados”.

El comisionado protesta, según dice, porque por “pleitos de vecindad” la fiscalía asigna medidas de protección “a alguien”.
A Yolanda Carbajal, mientras tanto, la asesinaron a la luz del día, en una calle.

 

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