En su mitin del domingo en el Zócalo, el Presidente saliente criticó la política norteamericana de apresar a los capos del narcotráfico, afirmando que eso no soluciona nada.
Culpó el tabasqueño al consumo y afirmó que si desaparecieran el fentanilo inventarían otra sustancia igual o peor que la sustituyera.
Para esto filosofó culpando al “desamor y la desintegración de las familias” como causantes de la demanda por los estupefacientes en Estados Unidos… y por extensión, de la crisis del fentanilo.
Todas las sociedades modernas tienen sus problemas, sin duda, pero nos llama la atención que, al político originario de Macuspana, Tabasco, le interese más la crisis norteamericana del fentanilo que las crisis mexicanas, que son varias.
En México también se ha incrementado entre los jóvenes el consumo de anfetaminas y varias otras drogas, y junto con ello ha crecido la corrupción, más no sólo este cáncer perverso, sino también la impunidad.
El hecho de que en nuestras leyes estén prohibidas las drogas no impide que se distribuyan libre y abiertamente en antros y discotecas.
Los fenómenos sociales que el tabasqueño atribuye como causa de la demanda de drogas en Estados Unidos también existen en México.
Y a diferencia de las crisis en Estados Unidos, la de México le atañe a él directamente.
Es su responsabilidad frenar en México el trasiego, fabricación y venta de estupefacientes, y es SU responsabilidad velar por la salud física y mental de los jóvenes mexicanos (hombres y mujeres).
Esto, pensamos, es lo que le debería interesar por sobre todas las cosas.
Más aún, si critica a Estados Unidos y su enfoque de combate a las drogas, entonces ¿Qué alternativa propone que sea más efectiva? ¿Cuál de acuerdo a él debería ser la fórmula del combate al narcotráfico y al consumo de estupefacientes mortales?
Si acaso tiene una mejor alternativa, ¿qué no le corresponde ver la forma de implementarla en cooperación con el Gobierno norteamericano?
Y si se trata de cooperación, ¿por qué entonces el reclamo a Estados Unidos por enfocarse en detener a los grandes capos, los “Chapos”, los “Mayos” y etcétera?
Pudiera pensarse que al tabasqueño lo que realmente le molesta no es el hecho en sí, sino que se los hayan sacado (a “El Chapito” y “El Mayo”) por debajo de sus narices y llevado a Estados Unidos a soltar sopa para “cooperar” y así reducir sus sentencias.
¿Será que se vacuna en salud el saliente por aquello de lo que pudieran decir los hoy detenidos en Estados Unidos?
Luce inexplicable el enojo del saliente acompañado de un airado reclamo que no viene al caso porque, en teoría, el Gobierno de México y el norteamericano son socios que cooperan en beneficio mutuo en el combate al narcotráfico.
¿Por qué motivo se va a enojar un socio con el otro porque logró capturar a dos grandes piezas del narcotráfico?
Al contrario, debería estarlo felicitando por tal logro y porque dio un golpe sólido a una organización gigantesca (el CDS) que mueve muchísima droga, que corrompe a granel y que promueve violencia extrema en la lucha por la conquista de territorio.
No se requiere ser el Oráculo de Delfos para detectar que con los problemas que hoy tenemos en México, a consecuencia de la gran influencia que ejercen los cárteles, resultan grandes e importantes las responsabilidades del titular del Poder Ejecutivo dentro de México.
Como que no le toca, ni le queda, andarse ocupando de las estrategias que aplican otros Gobiernos, y tampoco realizar juicios respecto a los males que aquejan a la sociedad de nuestro vecino.
Abrevar en esa noria pudiera conducir a un intercambio insensato de insultos y agresiones peyorativas que no conducirían a nada más que a un deterioro mayor en la de por sí percudida relación entre Gobiernos que hoy tenemos.
Anteponer un “con todo respeto” al insulto, como suele hacer el señor saliente no le quita rispidez al insulto, ni minimiza para nada la agresión.
Lo único que funciona es evitar meterse en terrenos ajenos, por lo menos cuando se tienen tan descuidados los propios.
El hecho de que ya se va no le otorga derecho a irse mentándosela al coloso del norte del Bravo: debería pensar en cómo le deja de caliente el comal a su ahijada.