En temas legales lo implícito en ocasiones es suficiente (cuando los tribunales son autónomos, independientes y profesionales), pero lo explícito es siempre mejor y deseable en la ley. Por ello preocupa el espíritu malévolo que le quitó lo explícito a la ley y condujo a la aplanadora morenista del Congreso de la CDMX a eliminar la palabra “privada” que complementa el término “propiedad”. Esto en el Artículo 3 de la Constitución local, quesque para emparejarla con el Artículo 27 de la Federal. ¡Pamplinas!

La Federal es muy explícita y emplea el término “propiedad privada” de manera sumamente clara: “Art. 27.- La propiedad de las tierras y las aguas comprendidas dentro de los límites del territorio nacional corresponde originalmente a la Nación, la cual ha tenido y tiene el derecho de transmitir el dominio de ellas a los particulares, constituyendo la propiedad privada”.

Quitarle la palabra “privada” al Artículo Tercero de la Constitución de la CDMX lejos de armonizar, desentona con la Constitución Federal.

Con la sobrerrepresentación que el INE le concedió al partido oficialista en el Congreso nomás falta que también eliminen la palabra “privada” en la Constitución Federal, con eso y con las Cortes nombradas por ellos podrán hacer y deshacer a sus anchas, habiendo eliminado uno de los derechos fundamentales que nuestra Constitución de 1917 concedió a los mexicanos: el derecho a la vida y a la propiedad.

Esta gente ahora adueñada del País no escucha y no respeta, ni siquiera al Gobierno de Estados Unidos cuando les advierte vía el Embajador Ken Salazar que la “reforma” pondrá en peligro la relación con su país y, por ende, la vigencia del T-MEC.

Nos espera en los próximos días una debacle de enormes proporciones. Ello porque no se vislumbra en el Gobierno dominante, ni en sus corifeos y sicofantes, la menor disposición al diálogo o a la negociación, mucho menos a estudiar las consecuencias de lo que proponen para concluir que la mayor parte de las premisas para empujar la caída del Poder Judicial se apoya en falsedades.

El mismo Embajador Salazar se lo señaló en sus declaraciones el martes a la PresidentA (convenientemente ausente en su “luna de miel” a la hora de los cocolazos, como para tener el pretexto de luego decir “yo no fui, yo no estaba ni en el País, fue mi antecesor”) corrigiendo su plana cuando afirmó erradamente que en Estados Unidos “eligen” a los jueces.

No, no es así: todos los jueces federales son nombrados entre los otros dos Poderes, el Ejecutivo y el Legislativo, solo en algunos pocos Estados se eligen jueces locales. De manera que esa mariposa que soltaron para engañar bobos nomás no vuela. Adicionalmente, y esto se señaló muy certeramente ayer en estas páginas: el problemón de esta reforma no es tanto que los elijan, sino que el oficialismo, el Presidente y sus incondicionales, son quienes los nombran (proponen) para que “el pueblo” vote por ellos ¡Sin conocerlos siquiera!

Serán puros incondicionales del oficialismo, sin importar sus conocimientos, su trayectoria en la jurisprudencia o su experiencia como juzgadores. O sea que no sólo tendremos una sobrerrepresentación abusiva y antidemocrática en el Legislativo, sino que adicionalmente la padeceremos en el Poder Judicial, integrado por puros simpatizantes incondicionales del Tlatoani Tabasqueño.

Imaginen la justicia que tendremos, el tipo de protección de las garantías individuales constitucionales que esta maquinaria otorgará a los ciudadanos. Seremos aplastados como renacuajos por un autoritarismo que ni el PRI en sus peores años soñó ejercer.

Sheinbaum Pardo no será PresidentA, será Emperadora, monarca, tan reina como Catalina la Grande de Rusia, pero quizá no tan iluminada ni tan progresista, con eso de que anda planteando los trenes de pasajeros como la gran solución al transporte en México.

No nos da el menor gusto compartir con ustedes nuestras inquietudes, pero madrugamos hoy, tristemente, en otro País.

 

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