Amurallados y protegidos por el fantasma de la represión materializado en granaderos que ya no se llaman granaderos, la 4T votó ayer la Reforma al Poder Judicial.

Pasará a la historia la fotografía de la cancha de la Magdalena Mixhuca convertida en un congal legislativo: sillas plegables de plástico haciéndola de curules, gritos de choferes, escoltas y hasta nanas que cuidaban el lugar de los diputados y de vez en vez votaban a mano alzada mientras sus patrones tomaban un descanso en su lucha por el pueblo bueno y sabio, ya sea con una vuelta al baño, con alguna fritanga para la cena, con tantito aire fresco para escapar de la asfixia de las aplanadoras o, de plano, con una siestecita en la BMW blindada.

En el centro de la escena, el doctor Ricardo Monreal, que al menos por un tiempo no podrá caminar con la parsimonia del respeto entre los pasillos de la Facultad de Derecho de la UNAM, el doctor Monreal que invisibilizó a los estudiantes y a los trabajadores del Poder Judicial y a los jueces, magistrados y ministros y a casi todos los abogados del país y a las barras de abogados en el mundo.

¿Podrá su legado intelectual -más de 20 libros sobre derecho e historia- salvar su nombre? ¿O tal vez intentará lavar su imagen con una nueva obra que explique sus saltos ideológicos en los últimos dos años?, ¿la crónica de cómo se volvió de un crítico a un protagonista de la “nomenklatura” obradorista?

O quizá Monreal, como toda la 4T, simplemente apuesta al olvido. Un reciente sondeo de Ovija-Capisci Consultores lo deja claro: mientras la salida de Adrián Marcelo de La Casa de los Famosos generó más de 32 millones de reproducciones en TikTok, la Reforma al Poder Judicial apenas logró 1.8 millones.

¿A quién le importa lo que pase con los jueces, magistrados o ministros? En unos años, todo seguirá igual o peor y, por supuesto, la culpa se repartirá entre otros.

Nicolás Maduro es el ejemplo perfecto, con todo el poder concentrado en sus manos y sin contrapesos, sin nadie que lo frene, lejos del éxito ha sido un fracaso estrepitoso para los venezolanos. Ahora, en su desesperación, culpa a los rituales satánicos que, según él, Elon Musk y María Corina Machado realizan en su contra. Enemigos nunca faltarán.

O quizá ellos tienen razón. Quizá la Reforma al Poder Judicial es el nuevo amanecer de un México que será envidiado por el mundo. Quizá votando a los jueces se acabará la corrupción. Quizá con los jueces sin rostro los malandros al fin se pudran en la cárcel.

Ojalá.

 

De Colofón

 

El gobierno del republicano Gregg Abbott en Texas ha lanzado una agresiva estrategia para captar miles de millones de dólares en inversiones extranjeras.

Texas, con una economía robusta que supera por sí sola a la de países como Italia o Brasil y con el respaldo de políticas proempresariales, está aprovechando la incertidumbre generada con las reformas estatistas de López Obrador en México, particularmente en asuntos claves como el energético y el estado de derecho.

Recientemente, se han llevado a cabo encuentros en Austin entre Abbot e importantes grupos empresariales ya instalados en la frontera de México.

En las reuniones, Texas presenta un ambicioso proyecto de lo que será una Franja Económica Especial con varias millas hacia la frontera del este texano con Tamaulipas y que ofrecerá apetitosos incentivos fiscales, mano de obra con salarios más bajos y competitivos que el resto de los Estados Unidos con visas de trabajo temporales para mexicanos y tres ventajas que México no puede ofrecer: seguridad, garantía de estado de derecho y suministro energético confiable.

Abbott incluso busca incentivar a importantes empresas mexicanas con gran presencia en el mercado estadounidense para mudarse a Texas, ofreciéndoles mejores condiciones que en su propio país.

Dicho de otro modo: ¿qué tal que, en lugar de exportar sus productos producidos en México hacia Estados Unidos, mejor producen desde Estados Unidos y exportan a México?, ¿prefieres el suministro de energía mexicana o texana?, ¿prefieres las leyes y procesos estadounidenses o la reforma judicial del Plan C?

La estrategia para atraer inversiones en Texas lleva ya un buen rato, pero se ha agudizado ante el temor de la radicalización de las políticas antiempresa del próximo gobierno. No se sorprenda si dentro de poco tiempo comenzamos a ver las primeras mudanzas.

Mientras tanto, en la 4T persisten en la visión de que no existe competencia para el nearshoring y Texas está feliz de que piensen así.

 

@LuisCardenasMX

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