AHORA que los 43 senadores de oposición ya dijeron que votarán en contra de la reforma judicial hay quienes se preguntan si esa fue la verdadera razón por la que Morena y sus aliados levantaron el pie del acelerador después de usar la aplanadora en la Cámara de Diputados.

AUNQUE Gerardo Fernández Noroña insiste en que tienen los votos suficientes y sobrados, las cuentas nomás no salen.

DE LO QUE no cabe duda es de que los morenistas seguirán cabildeando, ofreciendo y presionando en los próximos días para lograr ese voto que les falta, nomás que el compromiso de “Los 43 del Senado” ya les complicó el escenario.

PORQUE, si alguno de ellos decide cruzar la línea y votar en favor de la reforma, no solo tendrá que justificar el razonamiento de su voto, también deberá explicar qué fue lo que lo hizo cambiar de opinión.

DESDE LUEGO que no deja de resultar irónico que el presidente del PRI, Alejandro “Alito” Moreno, acusara la existencia de moches u ofrecimientos de “decenas de millones de pesos” a senadores de la oposición para votar en favor o ausentarse de la votación.

PERO bueno, hay que tomarlo en serio. Sin duda que un cambio del sentido del voto a estas alturas para nada sonaría lógico y sí sonaría sospechosamente metálico.

 

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DEMOLEDORA resulta la analogía con la que el Financial Times explica los riesgos de la reforma judicial. Le pide a su lector imaginarse al director de una empresa multinacional, que tiene un conflicto comercial con una empresa estatal que compite de manera desleal.

SUS ABOGADOS le dicen que tiene un caso sólido, pero a pesar de eso, el juez es un aliado del partido gobernante, el regulador es un funcionario de la secretaría de Estado que controla a la empresa competidora y, para colmo, la autoridad fiscal amenaza con encarcelar al empresario, inventándole que sus facturas podrían tener irregularidades.

BUENO, pues pesadillas judiciales como ésa ocurren todos los días en Rusia y, de acuerdo con el Financial Times, es lo que se espera que comience a pasar en México cuando se termine de aprobar la reforma.

 

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QUIENES le hicieron caso a la reiterada exigencia de Andrés Manuel López Obrador de hacer un “fuera máscaras” fueron las ministras de la Suprema Corte Lenia Batres y Loretta Ortiz.

SIN EL menor recato por la investidura cambiaron la toga por una camiseta guinda y encabezaron un mitin de estudiantes para hacer campaña abiertamente en favor de la reforma judicial. Otros ministros también fueron a las manifestaciones de opositores en una abierta confrontación entre pares.

FLACO favor le hicieron las ministras a la autonomía del Poder Judicial que dicen defender.

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