Queridas víctimas de esta columna: los sueños se hacen realidad y generalmente, se hacen penitencia. Uno de los puntos clave para que esta ciudad, este ecosistema tan necesitado de agua, sobreviva en el tiempo, es que los menores se formen en esa cultura ambiental, pues los mayores lamentablemente, hicimos poco o nada, por esta cuenca hidrológica que languidece. Ya hay lluvias es cierto, y fue año “húmedo” cuando el anterior fue “seco” de acuerdo a la cantidad de lluvia que recibimos. Y por eso, se nos olvida el gran problema que heredaremos a nuestros hijos y nietos.
En las instituciones donde participé, procuré dejar sistemas ambientales que las siguientes generaciones pudieran ver, sentir, tocar. Esto es, que las instalaciones fueran una “escuela viva” de todo lo verde, de todo lo “verde”. Por eso, cuando visito en la región, algo que se erige como “ambiental”, no puedo evitar mirar el diseño, la construcción, los materiales, el equipamiento y constatar que, por marketing, mucho se anuncia como “ecológico”, aunque no lo sea en verdad. Lo mismo una escuela, que una fábrica, que una marca, que una instalación de gobierno, no son “sustentables”, “ecológicas”, si no tienen los ciclos de agua, nutrientes y energía.
Cantidad de espacios hemos abandonado. No alcanzaría este espacio para ponerlos. La planta de tratamiento de aguas residuales del Parque Explora que va hacia los 20 años en abandono, espacios urbanos donde fueron talados árboles sin alguna misericordia; fraccionamientos y casas residenciales que toman agua superficial y profunda sin permiso; centros ambientales que no tienen los elementos vivos que enseñen a los niños cómo se dan los ciclos de la madre naturaleza. Es cierto que hay pocos espacios en León donde se pueda “sentir” vivencialmente, una casa ecológica. La tuvimos en Explora algunos años hasta que fue demolida; hoy, la “Libélula” lamentablemente carece de elementos didácticos para enseñar a los chiquitos. “Imagina” es un buen ejemplo de cómo sí hacerlo (Peter Van Lengen vino a México para aportar ideas); la Universidad Tecnológica de León tiene en sus edificios muchos sistemas que se pueden conocer, desde el diseño bioclimático de edificios hasta sus plantas de tratamiento de aguas residuales. La Fundación Pro Niño Leonés en las Joyas, también los tiene.
Pero hacen falta muchos más espacios didácticos para que empresas, comités de colonos, escuelas, universidades, puedan conocer el funcionamiento de tecnologías ambientales. Hace unos días, dando una charla a la militancia del Partido Verde, les ponía el ejemplo de cómo en el lindo hotel donde fue el evento, se despilfarraba energía en aires acondicionados o en la falta de salidas para el aire caliente. Por eso, le comparto una historia de éxito que se logró en el hermoso Parque Chapalita, pues todo inició hace 7 años cuando me di a la tarea ciudadana de transformar el ecosistema de esta área que está en el poniente de la ciudad. Cinco hectáreas que tenían todo el potencial para ser una “escuela viva” de medio ambiente. No alcanzaría este espacio para contar la historia de los elementos rescatados, entre ellos, una PTAR (planta de tratamiento de aguas residuales) que se construyó hace casi 30 años por parte de particulares y que fue abandonada y vandalizada. Esto provocaba que lo poco que se regaba en el parque fuera agua potable de la red de SAPAL; algo ilógico teniendo una línea de drenaje de la Arbide.
Presenté el proyecto a SAPAL, fortalecido con apoyo de amigos de CIATEC y UTL; el Consejo Directivo me dijo que era buena la idea pero que el predio del parque era del municipio y que debería mostrar la propiedad (solo tiene la posesión desde hace más de 60 años). Lilibeth de la Maestría de Medio Ambiente de la Universidad Meridiano como bioquímica, me dio todos los elementos técnicos para la factibilidad, pero faltaba voluntad política. Fue hasta que llegó Ale Gutierrez con la creación del “sistema de parques” que invirtió al contratar a la empresa KWI Biorreactores, donde encontré a otro exalumno del posgrado del ITL, quien propuso un diseño innovador para tratar el agua de la Arbide y con eso subir el nivel del lago Chapalita y proveer de agua para regar los cientos de árboles que hemos sembrado. Es una hermosa planta, eficiente, barata, didáctica y que hoy maravilla a los visitantes al parque al ver que el agua pasando por aspersores y dispersores, produce agua con calidad de NOM. Maravilloso. Lo logramos todos juntos.