“No se preocupen, en las leyes secundarias le damos la vuelta a la Constitución”. Recuerdo haberle escuchado esa descarada frase a Fidel Herrera, polémico exgobernador veracruzano, cuando era alto mando en la bancada priista en el Congreso hace muchos años.
Ahora que Morena tiene tanto aroma jarocho tras su alianza con los Yunes, la presidenta electa Claudia Sheinbaum está mandando el mismo mensaje que Fidel Herrera. En reuniones privadas con empresarios intenta enviar una señal de tranquilidad frente a la incertidumbre y la volatilidad. Les dice que en la discusión de las leyes secundarias de la reforma al Poder Judicial van a moderar la iniciativa del presidente. Que la van a descafeinar, pues, que la van a volver sensata.
Desde que ganó la elección presidencial y comenzó el nerviosismo en los mercados -el dólar pasó de 16 a 20-, la doctora Sheinbaum ha tratado de mandar un mensaje consistente a distintos sectores del poder: déjenme llegar y verán. En síntesis, que hasta ahora gobierna Andrés Manuel López Obrador y ella no tiene margen de maniobra, pero que eso va a cambiar a partir del 1 de octubre.
¿Es creíble? Lo que hemos visto hasta ahora es que Sheinbaum se ha adherido a todo lo que dicta López Obrador, pero además se muestra convencida al adherirse. Y cuando muestra un mínimo impulso de moderación y autonomía -el primer debate, el querer enfriar la reforma judicial cuando se disparó el dólar-, él se cruza, la regaña, sofoca ese mínimo impulso… y ella acepta.
¿Eso va a cambiar el 1 de octubre cuando se ponga la banda presidencial? ¿López Obrador la va a dejar salirse del guion? Ojalá, pero no parece. AMLO tiene todos los instrumentos de control sobre ella: los gobernadores son de él, las bancadas en el Congreso son de él, el 90% del gabinete de ella en realidad es de él, las reformas son de él, la popularidad es de él y, sobre todo, el partido es de él (por si hubiera duda, su hijo Andy manejará el partido).
López Obrador ha dedicado los cuatro meses posteriores a la elección a restregarle su poder a Claudia Sheinbaum, a recordarle “quién manda aquí”. Nunca quien se va del poder presidencial y quien llega -aun siendo del mismo partido- habían tenido tantas actividades conjuntas: giras, visitas a Palacio, mítines. AMLO ha llevado a su sucesora a cada uno de los estados del país para dejarle muy clarito a quién responden los gobernadores y quién es el dueño de la plaza; la ha llevado a las obras prioritarias para comprometerla, la ha sentado con los empresarios estratégicos para que no quede duda y en el acto más simbólico de todos, él la llevó con el Ejército y la Marina para el ceremonial de la lealtad.
Saciamorbos
El íntimo amigo de Andy se queda en el SAT. Vaya sexenio que se dibuja.
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