Luego de la aprobación plena de la reforma constitucional al Poder Judicial de la Federación, la pregunta es ¿Cuál es la que sigue y en qué circunstancias se daría con una presidenta de México sin contrapesos, sin división de poderes?
Durante su sexenio, Andrés Manuel López Obrador propuso un paquete de reformas constitucionales, pero todas le fueron rechazadas porque no tenía mayoría calificada en las cámaras.
Ello representó fracasos terribles para el ego obradoriano ya que ni siquiera podía anexarle la Guardia Nacional a la Sedena, lo que finalmente se hizo luego del paquete de 10 reformas legislativas como plan B, modificando leyes menores y reglamentos.
La Reforma al Poder Judicial no fue otra cosa que un golpe de autoridad de Obrador, a pesar de que la Presidenta electa, Claudia Sheinbaum, pretendió atenuarla y postergarla luego de ver el grado de reacciones nacionales e internacionales.
Para ello se echó mano de todo el poder y de todas las artimañas y subterfugios imaginables e inimaginables como la extorsión y el chantaje judicial, con lo que Morena y aliados consiguieron el senador que les faltaba y uno más de repuesto.
Hoy, la Guardia Nacional ya es parte de la Secretaría de la Defensa Nacional y no de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, como para que tuviera un carácter realmente civil y no militar.
Sin embargo, quedan dos grandes temas pendientes como son la Reforma eléctrica y la Reforma electoral que son cruciales, tanto para los mexicanos como para la visión del mundo sobre México, en especial de nuestros principales socios comerciales EU y Canadá.
La iniciativa de Reforma eléctrica pretende fortalecer a la Comisión Federal de Electricidad, dejando en sus manos el 54 % del mercado energético y el otro porcentaje a la inversión privada, nacional o extranjera.
También se daría la desaparición de organismos autónomos relacionados con la energía y la estatización del litio, lo cual ya se logró con una reforma híbrida constitucional y a leyes secundarias.
Aunque la pretendida Reforma eléctrica también incluye lo relacionado con Pemex, el nombre solo se propuso para que no se pareciera a la Reforma Energética de Peña Nieto.
La reforma obradoriana no es fácil porque la anterior había ampliado la inversión privada y por la cual muchas empresas extranjeras y nacionales ya tienen participación.
La Reforma Electoral es otra papa caliente para el gobierno entrante de Claudia y su crítica principal es que esta pretende eliminar al INE y crear un Instituto sustituto para elecciones y consultas, debilitando su función y disminuyendo su presupuesto y en ello los sueldos y prestaciones de consejeros.
Una vez asumida la Presidencia de la República por parte de Claudia Sheinbaum y el retiro a su pueblo en Palenque por parte de Obrador, se verá lo que realmente quiera hacer la nueva Presidenta.
La historia nos ha mostrado cómo los presidentes de México han asumido el poder y dejan al margen al mandatario saliente, quien se convierte en un ciudadano más solo con el mote de expresidente.
Muchos mexicanos posiblemente tienen la suspicacia de que Obrador, desde la Chingada, va a estar moliendo a Claudia y él va a seguir mandando. Claudia ya dijo que lo va a seguir consultando y tomando en cuenta.
Yo creo, con fundamento histórico, que Claudia asumirá el poder como debe ser, por su bien, por su imagen y por la investidura presidencial; posiblemente lo haga en una forma paulatina o de golpe, esto es lo que le conviene y nos conviene a los mexicanos, una Claudia fuerte y sin ataduras.
RAA