En el año 2001, el economista de Goldman Sachs, Jim O’Neill, sugirió la posibilidad de una alianza geoestratégica de los países más poblados del planeta. Se trataba de Brasil, Rusia, India y China (también se incluiría a Sudáfrica). El nombre tomaría la primera letra de cada país y así nació el acrónimo BRICS. La idea ostensible de la organización que se conformó hacia mediados de la primera década del siglo XXI, fue servir de contrapeso a los países dominantes del G-7 en la gobernanza global.
Aunque se trata de una organización sólo de coordinación, su potencial geopolítico es enorme al contar con cerca del 40 por ciento del PIB mundial y poco menos de la mitad de la población mundial.
Lo que los caracteriza es una ciertamente homogeneidad socioeconómica y un compromiso débil por la democracia liberal, siendo China y Rusia regímenes francamente autoritarios, aunque India, Sudáfrica y Brasil pueden considerarse democracias plurales. Recientemente el bloque de los BRICS decidió aumentar su membresía con la incorporación de Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Etiopía.
México, por otro lado, ha decidido conformar y ser parte de un grupo alternativo a los BRICS. Fue en 2013 cuando nuestro país, Indonesia, Corea del Sur, Turquía y Australia se reunieron en Nueva York al margen de una reunión de la Asamblea General de las Naciones Unidas para crear el grupo MIKTA.
Representando aproximadamente el 7 por ciento de la población mundial, con alrededor de 553 millones de personas, el grupo MIKTA engloba más o menos el 6 por ciento del PIB mundial y el 10 por ciento del comercio global.
Se podría decir que la intención del MIKTA no es muy diferente que la del grupo BRICS. Los dos buscan dar la perspectiva de países emergentes del llamado Sur Global que pueda ser influyente en los diversos mecanismos de concertación mundial como la ONU, la OMC o el G-20. Desde su fundación el MIKTA ha llevado a cabo varias reuniones, tanto en reuniones multilaterales, como en cada uno de los países miembros. La última de ellas a acaba de ocurrir en México, no sólo a nivel ministerial, sino también a nivel parlamentario, en el marco de la asunción de la presidencia de México durante el año 2024.
En la reciente reunión llevada a cabo en la Cámara de Diputados, líderes de los poderes legislativos de los cinco países miembros del MIKTA confirmaron su voluntad para mantener un diálogo constructivo con el fin de enfrentar juntos los desafíos globales, fortalecer la coordinación multilateral y promover el mejoramiento de las relaciones bilaterales.
A pesar de todo esto, quizás valga la pena explorar la posibilidad de relanzar el MIKTA, de tal manera que su influencia en las discusiones que impactan al mundo pueda elevarse al menos al nivel del BRICS. A diferencia de este último, los países del MIKTA tienen un compromiso más claro con cuestiones fundamentales como el estado de derecho, el pluralismo político y la democracia liberal.
Como parlamentario mexicano interesado en la gobernanza mundial espero poder contribuir con ideas sobre cómo el MIKTA podría dar un salto cuántico hacia una mayor influencia en el mundo