No soy de quienes creen que a la presidenta de México hay que evaluarla por el hecho de ser mujer. Sí creo, sin pecar de optimista, que el hecho de que lo sea puede contribuir a cambiar algunos estereotipos de género y sobre todo a derribar algunas de las barreras que las mujeres enfrentan en su vida laboral. Esta semana, el Instituto Mexicano para la Competitividad, el IMCO, presentó junto con Kiik Consultores, dos estudios que dan información sobre la realidad actual de las mujeres en las empresas mexicanas.
El primer documento, Mujeres en las Empresas en su edición 2024, analiza la información que las empresas cotizadas en los mercados de capitales y de deuda reportan en su informe anual. Los datos presentados muestran, una vez más, el lento avance que existe en materia de inclusión laboral de mujeres.
Las empresas reportan que 43% de su plantilla laboral está conformada por mujeres, pero su avance laboral se ve truncado con el tiempo. De las empresas analizadas, 23% tienen a una mujer a cargo del departamento jurídico, porcentaje que disminuyó frente al año anterior, 11% a una directora financiera y únicamente 3% a una mujer a cargo de la dirección general. No solo no hubo avances frente a 2023, sino que hubo retrocesos.
La participación de las mujeres en consejos de administración se mantuvo estancada. Solo 13% de los consejeros de las empresas listadas son mujeres, igual que el año pasado. Cuando se dan los procesos de selección para incorporar más mujeres, la mayoría de las empresas, 55%, amplían el tamaño del consejo por lo que la representación se diluye. De cada 100 empresas, solo cinco tienen mujeres a cargo de sus órganos máximos de gobierno.
Y en pleno 2024, sí, en ese llamado tiempo de mujeres, 21% de las empresas -públicas, listadas, cotizadas- no tiene a una sola mujer ni en sus consejos de administración ni en cargos directivos.
El análisis cuantitativo de la participación muestra el rezago y el ritmo lento del avance, pero aún falta información. Por esta razón, se levantó un sondeo para entender mejor las percepciones que tanto hombres como mujeres tienen sobre la realidad laboral que viven. La perspectiva cualitativa le da a los números contexto y permite hacer los ajustes necesarios para avanzar a un mejor paso. Algunos resultados sorprenden y otros más soportan con datos lo que las anécdotas describen.
Sabemos, por ejemplo, que las mujeres dedican muchas más horas que los hombres al cuidado (40 horas frente a 16). El sondeo muestra que antes de tener hijos, más o menos la misma proporción de hombres y mujeres considera que las labores de cuidado del hogar están distribuidas equitativamente. En el momento que aparecen los hijos, eso cambia. Los hombres siguen considerando que el trabajo doméstico está igualmente distribuido, mientras que la proporción de mujeres que así lo cree disminuye considerablemente, pasa de 48% a 35%.
La participación de los hombres en los diferentes puestos jerárquicos de las empresas se mantiene relativamente constante, mientras que la de las mujeres cae conforme se avanza en la carrera profesional lo cual coincide, sin sorpresa, con el momento en el que los hijos aparecen en escena.
Ambos estudios dan información que permitirán avanzar en más oportunidades para las mujeres que deriven en una sociedad más justa y menos condescendiente. El “tiempo de mujeres” habrá que impulsarlo.
@ValeriaMoy