“Históricamente despreciable, la imagen de Morena ocupando la tómbola como guillotina para matar la profesionalización del poder judicial”.
Kenia López Rabadán
Fue un espectáculo lamentable en el que un régimen cada vez más autoritario ordenó la destitución de cientos de jueces y magistrados por haber cumplido con su trabajo. Para subrayar su desprecio por los juzgadores, lo hizo en un Senado convertido en casino. En medio de la confusión producida por la falta de claridad de las reglas, y con bolas de tómbola rodando por el piso, la Cuarta Transformación, representada por el presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, dio un paso más en la destrucción de la independencia del poder judicial y la concentración del poder en el ejecutivo.
“Hoy mi nombre ha salido en una tómbola para terminar mi carrera judicial. una “tómbola”, con Noroña haciéndola de niño gritón, así de surreal como se lee -escribió JS (@JS_mma_), un juez de distrito en materia de trabajo–. Pero esto no se acaba hasta que se acaba. Mi ética, dignidad e integridad siguen intactas”.
Magdalena Victoria Oliva (@magvico29), oaxaqueña, doctora en derecho, primera juez de distrito con certificación internacional en “neurolaw”, señaló: “Decliné participar. Soy una juez que siempre portó la toga con dignidad y convicción. Nunca me corrompí y así seguiré. Me quitarán el nombramiento, pero nunca mi esencia. Siempre seré una juez digna y de carrera judicial, que cree en una justicia de calidad y de excelencia”.
Marlén Ángeles, juez de distrito en Culiacán, protestó ante el Senado y declaró a los medios: “Yo hice 20 años de carrera judicial y en una tómbola están destruyendo lo que yo me gané con todo el esfuerzo”.
La presidenta Claudia Sheinbaum, en cambio, afirmó en Nezahualcóyotl este 12 de octubre: “Ahora, fíjense, lo que quiso el pueblo.
Quiso que no solo ganáramos la presidencia, sino también la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, en la Cámara de Senadores, en la mayoría de los congresos locales y por eso el próximo año vamos a elegir a jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte de la Nación. Porque con el pueblo todo y sin el pueblo.”.
Decir que Morena y sus aliados ganaron la mayoría de dos tercios en el legislativo es una mentira: obtuvieron solo 54 por ciento de los votos, pero recurrieron a una serie de maniobras para darle la vuelta a la Constitución y compraron a los senadores que les faltaban para completar la mayoría. La presidenta se ha comprometido a cumplir con las ocurrencias de su predecesor, López Obrador, quien en 2006 prometió mandar “al diablo sus instituciones” y que como presidente espetó a los ministros de la Corte: “que no me salgan con el cuento de que la ley es la ley”.
Hay una lógica detrás de la decisión de destruir la carrera judicial y despedir a todos los jueces. La 4T quiere juzgadores a modo, que acepten sin chistar las órdenes del ejecutivo. No acepta ninguna visión que no sea la suya. Por eso quiere despedir a los jueces de carrera y después tener “elecciones” con candidatos seleccionados por el propio régimen.
El golpe de estado se ha hecho de manera desaseada: se han impuesto mayorías calificadas que no se obtuvieron en las urnas, las reformas constitucionales se aprobaron al vapor y con contradicciones, una indigna tómbola se usó para anunciar la guillotina de jueces y magistrados. Son tiempos tristes para nuestro país. No sabemos cuánto tiempo durará este período de oscurantismo.
La historia nos recuerda, sin embargo, que el ambicioso Maximilien de Robespierre que guillotinó a más de 17 mil personas para lograr el poder absoluto en Francia terminó pagando sus crímenes en la misma guillotina.
No oigo
“Ni los veo ni los oigo”, dijo Salinas de Gortari en 1994. “No oigo”, reiteró López Obrador en 2023. No con la oposición, “yo voy a estar dialogando con el pueblo de México”, declaró ayer Sheinbaum. Estas frases resumen, “como pocas, la actitud de toda una clase gobernante frente a quienes no [comparten] su visión del mundo”, como escribió Lorenzo Meyer sobre Salinas.
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