Fernando Valenzuela es un ícono único en el deporte mexicano.

Su legado, que se erigió dentro de un contexto adverso en Chávez Ravine por el despojo de cientos de familias radicadas en las comunidades de Palo Verde, La Loma y Bishop para la construcción del actual Dodger Stadium, se edificó tan grande, que fue capaz de eliminar esa aversión del público latino contra los Dodgers de Los Ángeles

Dentro de su carrera, que data de 17 años en el beisbol más demandante y exigente del mundo, se erige una historia única e irrepetible: la de su debut en el estrellato en 1981. 

Inesperado en su totalidad, ‘El Toro’ fue capaz de unir a todo un país frente al televisor para admirar su pundonor y carácter sobre la lomita de las responsabilidades. 

En sus primeras ocho aperturas, la odisea se tornó emotiva y sorprendente. En todas y cada una de ellas, lanzó la ruta completa de 9.0 entradas. Con 43 hits permitidos, su dominio fue tal que apenas permitió cuatro carreras, obsequió 17 pasaportes y recetó 68 ponches

Así, con un comienzo elegante y fino, al acumular un récord de 8-0, navegó en una temporada donde la Fernandomanía alcanzó su punto más álgido. 

En temporada regular, Valenzuela terminó con una marca de 13-7, una efectividad de 2.48 y WHIP de 1.045

En 25 aperturas, el de Etchohuaquila fue capaz de completar 11 juegos y lanzar ocho blanqueadas, siendo estas las cifras más altas de la temporada en todas las Ligas Mayores. 

Además, en 192.1 innings de trabajo, enfrentó a 758 bateadores, permitió 140 hits y 11 jonrones, admitió 55 carreras -dos de ellas sucias-, otorgó 61 pasaportes y recetó 180 chocolates para liderar en este último departamento en todo el circuito. 

Acompañado de un mortal ‘Tirabuzón’ (Screwball, en inglés), Fernando Valenzuela se erigió como una leyenda del Rey de los Deportes al lograr una proeza nunca antes vista: ganar el premio Cy Young y el premio de Novato del Año en una misma campaña. 

El nivel del mexicano se elevó tanto, que ya tampoco pudieron pararlo en la postemporada. 

En cinco aperturas, Valenzuela registró un récord de 3-1 y una efectividad de 2.21 que logró en 40.2 entradas lanzadas, espacio donde permitió 29 hits y 10 carreras, además de negociar 15 bases por bola y recetar 26 chocolates

Además de su victoria contra Houston y Montreal, la más icónica de las tres que tuvo en estos playoffs fue en el juego 3 de la Serie Mundial contra los Yankees de Nueva York. 

Justo un 23 de octubre de 1981, ante 56 mil 236 aficionados y con una serie que estaba 0-2 en contra, el Toro de Etchohuaquila salió al montículo para escribir historia pura en el deporte mexicano. 

De acuerdo con el Portal Oficial de la MLB, Fernando lanzó uno de los juegos más memorables y completos en toda la historia del magno evento, al llegar a un conteo de 147 pitcheos con 92 de ellos en zona de strike. 

En 9.0 entradas de labor, recibió nueve hits y admitió dos carreras, además de dos jonrones. Sin embargo y más allá de negociar siete bases por bola, se mostró efectivo y con carácter arriba del montículo, al ponchar a siete rivales y dejarles espacio para un porcentaje de solo .206. 

En tres horas y cuatro minutos, Valenzuela paralizó México y el mundo. Aquel juego tres, los Dodgers lo ganaron por pizarra de 5-4 y, de esta manera, comenzó una racha de cuatro triunfos consecutivos que, a la postre, les dio su cuarto anillo de Serie Mundial en toda su historia. 

¿El responsable? Fernando Valenzuela Anguamea, el fundador de la Fernandomanía y, quizás, en 1981, el brazo más confiable de la rotación de una de las franquicias más cotizadas y exigentes del planeta. 

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