El nombre de la agrupación canadiense Snafu son las siglas con las que se abrevia Society of Unexpected Spectacles (Sociedad de Espectáculos Inesperados), y algo inesperado resultó “El show del bebé Tyler”.

La singular obra se presentó en el Teatro María Grever como parte del Circuito Cervantino y aunque estaba dirigida principalmente para niños, divirtió por igual a los adultos presentes en la sala. 

El espectáculo unipersonal a cargo de Ingrid Hensen ofreció un formato singular: una mezcla entre teatro guiñol y teatro oscuro, donde los personajes fueron los elementos más simples, pero manejados con una maestría cautivadora. 

Los irreverentes Gummy se divirtieron en varios escenarios. Foto: Gerardo García.

“El show del bebé Tyler” es una serie de sketches repartidos en tres universos: el del intrépido bebé Tyler, los irreverentes Gummy y un sensible ser de plastilina azul

La singularidad es que todos los escenarios son miniaturas montadas en una mesa, mientras que los personajes son títeres hechos con cosas comunes y todos manejados por las manos de Ingrid, quien vestida completamente de negro, se mimetiza con el fondo. 

Para poder disfrutar del pequeño universo sobre la mesa, la titiritera se convierte también en camarógrafa, que transmite en tiempo real hacia una pantalla lo que pasa en el diminuto escenario. 

Las historias de los sketches son de un humor muy blanco, pero que precisamente por su simpleza lograban carcajadas honestas del público.

El ente azul se transformó en varios personajes. Foto: Gerardo García.

El bebé Tyler, un peculiar personaje formado por una cabeza de goma y como cuerpo la mano de Ingrid, apareció varias veces haciendo cosas desafiantes para un bebé, acompañadas de su tímida frase “yo puedo solo”

Bebé Tyler patinó, se metió a la bañera, horneó un pastel y hasta terminó naufragando en una isla desierta y nadando con un tiburón, después de quedar atrapado accidentalmente en un paquete. 

La pareja de los Gummy, eran dos ositos de goma que vivían una vida de aventuras y travesuras, yendo a fiestas, desafiando a la ley, cambiando de look, y en algún punto su universo se cruza con el del ser azul. 

Se trataba de un ente de plastilina que, gracias a su naturaleza, tenía la virtud de transformarse. En medio de una de sus metamorfósis, un pequeño pedazo se desprendió de sí y se volvió autónomo, pero sintiendo una gran conexión por el primer personaje. 

La titiritera también hace la función de camarógrafa. Foto: Gerardo García.

Sin embargo, durante el espectáculo el “hijo” del ente de plastilina es robado por un policía y la pareja de los Gummy termina ayudando a la plastilina a recuperar su otra parte. 

Aunque las fórmulas de las historias podrían verse como algo muy sencillo, al igual que los elementos, la gran habilidad con que la titiritera realizaba cada uno de los movimientos hacía que nadie pudiera despegar los ojos del espectáculo.

El show terminó con un largo aplauso por parte del público, pero Ingrid Hensen tenía aún una sorpresa más, pues sabiendo que su pequeño escenario causaba gran curiosidad, invitó a todo el público a subir a verlo de cerca y tomarse fotos con el bebé Tyler. 

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