La Presidenta trata de combatir el miedo de la gente aventándoles cifras.
El miedo que hace no llevar a los hijos a la escuela en Sinaloa debe paliarse porque la tendencia de los homicidios va 7% a la baja. El que los restaurantes estén vacíos en Culiacán queda de lado porque el promedio diario de víctimas de homicidio doloso ha caído de 100.51 a 82.32. Que los niños se tengan que aventar al piso en las taquerías suplicando a sus papás “¡¿no me va a pasar nada?!” no debe tomarse en cuenta porque el promedio diario de delitos de alto impacto ha disminuido 35.23%. Si decapitan al alcalde de una capital estatal y eso llega a las portadas de los diarios más relevantes del mundo, no hay que olvidar que la percepción de inseguridad pasó de 76.8% a 58.6%. Y si hasta el Papa en su misa dominical seguida en todo el mundo habla del asesinato del padre Marcelo Pérez en Chiapas, debe recordarse que las lesiones dolosas por disparo de arma de fuego han bajado 5.8%.
Frente a episodios de violencia de altísimo impacto que han manchado de sangre el arranque del sexenio, ayer en la Mañanera presentaron 23 gráficas y 54 indicadores y cifras. Nos informaron hasta de cuántas balas sin usar han decomisado cada una de las dependencias: 84,374 la Sedena, 20,372 la Marina y 35,718 la Guardia Nacional.
Es un cambio de paradigma político.
El éxito del obradorismo ha sido despreciar las métricas. Privilegiar la narrativa por encima de los datos. Diluir los indicadores con frases pegajosas. Sepultar los números con palabras. Han acostumbrado a su público a rebatir cualquier porcentaje con una culpa al pasado o una anécdota del presente. Electoralmente les funciona de maravilla.
Por seis años nos acostumbramos a que cada que se enfrentaban a que dejaron a 35 millones de mexicanos sin servicios de salud, contestaban con que estaban combatiendo la corrupción. Ante cualquier caso de corrupción bien documentado -los hijos de AMLO, los videos de Pío, Segalmex-, respondían con que la gente estaba feliz. Si se exponían los miles de muertos y desaparecidos, la respuesta era el pasado ominoso de García Luna y Calderón. Y así con todo.
Veremos si les funciona este cambio de estrategia para recuperar la narrativa.
Saciamorbos
La frase del embajador es letal. El hombre que fue cercano amigo de la 4T y sufrió la ingratitud del arrinconamiento, soltó una frase ayer que dejó exhibido al gobierno, emproblemado de nuevo en contestar las crecientes sospechas de sus pactos con el crimen organizado.
Dijo el embajador, a propósito de los sistemáticos reclamos de López Obrador y Sheinbaum a Estados Unidos tras la detención del “Mayo” Zambada: “A mí me sorprende tanto que no se pueda decir: victoria del pueblo de México, victoria de Estados Unidos, resultado del trabajo que hemos llevado en los últimos tres años”.
¿Por qué no pueden celebrar AMLO y Sheinbaum que un capo de esa magnitud esté tras las rejas? La pregunta es dardo.
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