El drama de muerte y destrucción que dejaron en Valencia, España, las lluvias torrenciales que inundaron la región, debería llevarnos a la reflexión sobre el futuro que ya nos alcanzó… y para el cual no estamos preparados.

Los ríos de Europa se secan, los océanos de todo el planeta se contaminan, se acaban los peces, las sequías asolan el norte de México y el ganado muere, los glaciares en sud américa y Europa, al igual que los “hielos eternos” en los polos de la tierra, se derriten, hay incendios como nunca en América, en Asia, en Europa, en Oceanía; las aves cambian rutas de migración o mueren al secarse lagos y lagunas y al perderse bosques que eran refugio y alimento durante sus travesías, los salmones ya no llegan a sus lugares de reproducción, los osos sufren hambre, mientras, la contaminación de ríos y aire avanza en la medida que los desiertos crecen, las tierras productivas se reducen, la población aumenta y el planeta azul/verde se vuelve marrón.

En un proceso paralelo, la economía global está en crisis, los acomodos geopolíticos confrontan a las naciones y dan fin al periodo de “mutua colaboración” en dónde la humanidad encontró un camino de progreso a partir de la apertura de mercados, el intercambio comercial y la competencia que impulsaba el pensamiento y el ingenio humano para cimentar el desarrollo que daba pie al progreso… La realidad alcanzó a los países mal llamados de Primer Mundo, el G7 está en crisis, privilegiaron las ganancias sobre la eficacia productiva, los sistemas financieros pasaron sobre la capacidad de generar riqueza a través del trabajo, sus economías decrecen, hay desempleo, la pobreza avanza, pelean unos con otros en tanto amenazan con guerras a quienes con ingenio y trabajo les rebasan en lo económico, en lo industrial y en lo productivo; ante la falta de miras y de una respuesta inteligente, el camino a seguir es detener al competidor por la fuerza, ya sea con la protección de mercados, guerras comerciales y sanciones financieras, ya sea con guerras militares que traen dolor, destrucción y muerte… mientras unos pocos de la clase política y del complejo militar (Los Señores de la Guerra), se enriquecen a la misma velocidad que el planeta se deteriora.

El futuro, ya una realidad en muchos lugares, anticipa sed y hambre, la gente sufre y migra, las fronteras se cierran, los pueblos, con razón y un sentido de supervivencia, se protegen, la pobreza y la muerte campean y se vuelven realidad que nutre al crimen organizado, las sociedades se deterioran, las calles se llenan de gente sin futuro que busca un paliativo a sus miserias en las drogas, lo que alimenta un círculo vicioso de deterior social, de inseguridad, de pobreza y de luchas sociales ante la incapacidad institucional para dar curso legal y legítimo a la problemática (social y económica) y así visualizar un mejor futuro. Hoy, la expresión: “Estábamos mejor cuando estábamos peor” adquiere vigencia y relevancia, como los cangrejos vamos para atrás, el futuro es incierto y la esperanza se desvanece, caminamos con rapidez hacia sociedades en dónde la ley de la selva y la ley del más fuerte serán el marco de convivencia.

¿Cómo enfrentar está realidad ya presente?, tengo algunas ideas, pero no hay quién las escuche, salvo algunas excepciones no hay interés, todo es cortoplacista: ¿Cómo ganar más dinero este año?, ¿cómo ganar la siguiente elección?, ¿cómo eliminar a mi competidor?, cambiar de auto, hacer el viaje planeado, crecer mi negocio,… nos domina lo material y el materialismo, olvidamos que vamos de paso, que vamos a morir, todos, actuamos como si fuéramos eternos, no hay responsabilidad, no hay visión de futuro, no hay interés ni por cuidar el planeta que sustenta la vida, ni por nuestro prójimo; quizás, digo quizás, porque la destrucción se dará una vez que yo esté muerto y me vale madres. No hay responsabilidad con las futuras generaciones, heredar un cochinero mientras saco ventaja es el plan, el egoísmo y el individualismo campean, nuestros líderes están ciegos, no ven más allá de sus intereses políticos y económicos, la decencia es una virtud extinta, lo mismo que la espiritualidad.

En este contexto y con esta realidad, ante el riesgo de una Tercera Guerra Mundial y una crisis ambiental de magnitudes apocalípticas, sabiendo que ni México, ni Guanajuato, ni Michoacán pueden opinar o influir… ¿Qué hacer?

¡El Campo!, garantizar la seguridad alimentaria de nuestro pueblo, cuidar y recuperar las tierras productivas, incidir en el medio ambiente con prácticas agroecológicas, privilegiar a las personas sobre las ganancias, la alimentación del pueblo sobre la rentabilidad financiera. Debemos proteger los recursos naturales, privilegiar la vida sobre la muerte, actuar con responsabilidad, implementar políticas públicas a favor de la vida, que sienten las bases de una sociedad que al margen de los desastres naturales y las crisis políticas y económicas en el planeta, tenga asegurada sus subsistencia; convirtamos a México, a Guanajuato y a Michoacán en unas islas de subsistencia en defensa de la vida y de la calidad de vida, al tiempo que vemos cómo cuidarnos, ya que quienes tengan carencias, vendrán por los nuestro y tendremos que protegerlo, por la fuerza… ¡Así de sencillo!

Un saludo, una reflexión

Santiago Heyser Beltrán

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