Solo los leoneses sabemos de las “guacamayas”, de los “caldos de oso” y de las “orugas”. Son “fauna” parte de nuestra vida, pero tan son nuestros, que quien viene de fuera no sabe de qué les hablamos. Las “orugas”, son nuestro sistema de transporte, el primero en México, que junto con los autobuses que las alimentan, han sido el ejemplo a iniciativas en Puebla, Guadalajara, Ciudad de México y Monterrey, donde replicaron la idea. El SIT (Sistema Integrado de Transporte) y sus “orugas”, como aquí lo he consignado, ha estado entre las obras que son un orgullo y, una identidad para la ciudad, junto con el Expiatorio, el Arco de La Calzada, el estadio León, la Feria, entre otros. Pero la falta de inversión y los nuevos patrones de movilidad en la ciudad (incremento enorme de las motocicletas), ha hecho que reprueben en la percepción de los usuarios del SIT. 

Para la población leonesa, el transporte es básico en nuestra cotidianidad, tanto, que las “orugas” llegaron a representar entre el 30% y el 35% de los viajes diarios, cercano ya a alcanzar el 40% -50 del automóvil y el 15% que tienen las bicicletas y las motos (los taxis se han mantenido en menos del 5% de la movilidad), por lo que las “orugas” han sido sinónimo de transporte popular y de allí que la solución que “diseñamos” los leoneses sea tan conocida en otros lados del País. ¿Qué fue lo que pasó entonces que ha hecho deteriorar la percepción entre usuarios? Actualmente de acuerdo al Inegi, la satisfacción de usuarios disminuyó este año considerablemente. 

Los sistemas de transporte público son un excelente laboratorio para quienes medimos la calidad de los servicios y, por tanto, la satisfacción de los ciudadanos. En León el SIT representaba sin duda el proyecto social de mayor impacto para las mayorías que necesitan moverse de la casa al trabajo y de este a la casa, en esto que se conoce como “movilidad”, dado que el 65 % de los leoneses carece permanentemente de un medio de transporte motorizado y por ello recurrían antes al uso intensivo de las bicicletas, pero ahora lo hacen en motocicleta. Esto, explica la baja entre el 8 y el 12% de la afluencia al SIT y sus “orugas” y su reprobación en los niveles de satisfacción. 

Aunque usted no lo crea, los concesionarios plantean en estas condiciones un incremento a las tarifas, para quienes el SIT es un negocio válido y han debido contener la inversión para que se mantenga el “punto de equilibrio” y llenar las unidades con la mayor cantidad de personas; esto se refleja en que aumentan los tiempos de traslado y las molestias de los sufridos usuarios, sobre todo en tiempos de calor y en “horas pico”. Nuestro transporte público de León ha caído en el ranking nacional, pues de estar en los primeros cinco lugares ahora se encuentra entre los diez. Hasta el momento no se sabe de cuánto podría ser el aumento; recordemos que el último incremento tarifario fue a principios de 2023, incrementando de $12 a $13 y ahora el “trancazo” puede llegar en cualquier momento.

En este espacio por años, presenté sondeos sobre nuestras “orugas”, obteniendo interesantes resultados, pues las encuestas logran medir los “gaps” o brechas de calidad del servicio (entre lo que se espera y lo que se recibe) y así identificar las oportunidades de mejora. 

Los estudios disponibles del SIT mostraban en general, una percepción aceptable sobre el servicio, debido a las ampliaciones y a la contención en las tarifas. Pero ahora, todo cambió. Nuestro SIT tiene varios problemas: la ineficiencia, su alto precio relativo si se compara con otras ciudades y con el nivel de sueldos, la falta de accesibilidad en las estaciones y paraderos, la baja frecuencia en algunas rutas y las unidades insuficientes para la ciudad. 

Por eso, muchos usuarios se quejan de que el transporte es caro, tardado y que los camiones no están en buen estado. Siendo un servicio concesionado a particulares, el municipio tiene un problema enfrente para responder a la petición de aumento de tarifas. 
Actualmente 80-85% de usuarios rechaza el aumento, por lo que es un reto mantener acuerdos en cuanto al precio del servicio que es tan sensible a la economía popular en tiempos en que nuestras “orugas” se pararon.
 

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