Rápidamente se va configurando el perfil del gobierno de Donald Trump. Algunos de sus nombramientos son importantes para nuestro país.
Entre las designaciones que destacan se encuentra la del nuevo Secretario de Estado, Marco Rubio. El político de Florida tiene ascendencia hispana, en particular cubana. Sus padres emigraron a Estados Unidos en 1956 – antes de la llegada de Fidel Castro al poder – y se nacionalizaron ciudadanos estadounidenses a mediados de la década de los 70s. Ha sido congresista y senador, así como candidato a la presidencia por el partido republicano. En cierto sentido, su nombramiento es algo paradójico, pues sus posiciones en política exterior se consideran neoconservadoras, es decir, está a favor de una mayor intervención de Estados Unidos en el mundo. Esto contrasta con la posición del presidente Trump, al menos en la parte retórica, quién ha propuesto que el país se cierre al mundo.
Rubio es conocido por sus comentarios críticos hacia los gobiernos de izquierda populista en América Latina, sobre todo Cuba y Venezuela. Últimamente ha acusado al régimen que nos gobierna de dejar a bandas de narcotraficantes controlar zonas del país. Es muy posible que el nuevo Embajador estadounidense en México que designe Rubio sea muy diferente a los últimos dos, en el sentido de que no buscará la simpatía ciega del régimen.
Si Rubio será muy crítico con el gobierno, Tom Homan – el llamado Zar de la Frontera que se hará cargo de la política fronteriza – ya ha advertido que va en serio la propuesta de deportar a 11 millones de personas, al menos la mitad de los cuales son mexicanos. Aunque esta medida será increíblemente difícil de implementar por una serie de razones, no quiere decir que no se vaya a intentar.
A los nombramientos de Rubio y Homan habría que agregar el de Stephen Miller, uno de los principales asesores de Trump durante su primer periodo, sobre todo en materia migratoria. Miller acaba de ser nombrado Subdirector del Gabinete de Políticas de la Casa Blanca y, al parecer, ha estado trabajando en una nueva política migratoria.
Junto con estos aspectos de política internacional, migración y frontera, se debe agregar la cuestión comercial. Y aquí las cosas también son preocupantes. Trump ha ratificado a Robert Lighthizer – quién fuera Representante de Comercio de Estados Unidos, bajo la primera administración Trump – en ese puesto. La palabra “halcón” suele utilizarse para describir las posiciones sobre comercio que sustenta Lighthizer. Es muy posible que con él haya que renegociar el T-MEC en 2026. Su posición durante las negociaciones será seguramente que Estados Unidos obtenga beneficios comerciales que no necesariamente México tendría. Nuestro país necesitará de sus mejores negociadores comerciales para enfrentar al grupo duro de Trump. En México los hay y esperamos que el gobierno mexicano haga uso de ellos, aunque no hay que ser muy optimistas de que esto pueda ocurrir.
¿Será capaz el grupo en el poder entender los desafíos que enfrenta ante el cambio de gobierno de nuestro vecino del norte?
Por el bien de todos, esperamos que así sea.