El gobierno es una cuestión de razón y juicio,
no de inclinación y capricho.
Edmund Burke
¡Dios bendiga a los pobres ciudadanos que tendrán que ser funcionarios de casilla en la próxima elección judicial! No me imagino la frustración de pasar un domingo bajo la presión de una elección que muy probablemente les disguste o les sea completamente irrelevante.
Si ya de por sí la gran mayoría de los ciudadanos desconoce la diferencia entre un diputado y un senador, entre un legislador local y uno federal, o entre un ministerio público y un juez, dudo mucho que exista interés en los 881 cargos a nivel nacional con más de 5,300 candidatos que se disputarán el próximo domingo 1 de junio de 2025, exactamente dentro de 191 días.
En el INE saben que las cosas saldrán mal. Para empezar, la mayoría de sus consejeros y trabajadores no están de acuerdo con esta elección. Lo dicen en privado, y algunos valientes hasta en público.
La mayoría de los trabajadores del INE son grandes conocedores de la ley. El instituto emplea a una gran cantidad de abogados y profesionistas que comprenden el desastre de procuración de justicia que se avecina. Cientos de miles de casos quedarán en el limbo debido a la evidente incompetencia, la curva de aprendizaje o los intereses políticos.
No es lo mismo organizar una elección que coincide con tus principios democráticos, que organizar una que los destruye. Desde ahí comenzamos mal.
Sin embargo, dejando de lado las filias y fobias, el galimatías continúa sin resolverse. Hoy por hoy, ni siquiera los responsables entienden cómo se votará. No saben cuántas boletas habrá ni cómo se contarán los votos para cargos donde puede haber centenas de candidatos.
Para colmo, no se trata de un simple voto por candidato. En el caso de jueces y magistrados, el método es complicadísimo: involucra decenas de candidatos y requiere que el votante escriba claramente el nombre del elegido. Todo con la esperanza de que el funcionario de casilla entienda la letra y no anule el voto por dudas razonables.
Súmese a esto la falta de capacitadores electorales fiables, pues el gobierno no quiere pagarles. No descarte que los servidores de la nación terminen asumiendo el papel de capacitadores y hasta de funcionarios de casilla ante el evidente rechazo ciudadano.
Se avecina un desastre público que será salvado, como siempre, con las clásicas narrativas propagandísticas que sólo convencen al círculo cercano a la 4T.
A la gente no le importa la reforma al Poder Judicial, pero si su programa social depende de ir a escribir un nombre y marcar unas boletas, acudirá rápidamente y aplaudirá cualquier cosa.
Será interesante ver cuántos ciudadanos acuden a votar el próximo 1 de junio, en 191 días. Le apuesto que no serán más de 35 millones.
De Colofón
En el futuro gobierno de Eduardo Ramírez en Chiapas ya hay un vicegobernador en funciones: Roy Mandujano, el próximo secretario de Educación.
El hombre presume abiertamente de ser el cerebro detrás del gabinete. Afirma que su voz le da instrucciones al propio Ramírez y alardea de haber colocado a la secretaria de Gobierno, a la de Igualdad de Género, al Oficial Mayor y hasta al responsable de Obras Públicas.
Según su versión, Mandujano no sólo tendrá un escritorio en Educación, sino también el control a distancia de todo el estado. Asegura que nada en el nuevo gobierno estatal ocurre sin su autorización.
La pregunta no es si Mandujano está jugando a ser el verdadero gobernador, sino si Eduardo Ramírez está consciente de que su proyecto político ya tiene un “operador en jefe” que decide por él… O si tan rápido le crecieron los enanos a su circo.
@LuisCardenasMX