Sería ingenuo pensar que un programa de gobierno termine o disminuya drásticamente la problemática de drogadicción en los jóvenes de Guanajuato y del País. El mundo no funciona así. Son los proyectos que atienden a las causas por medio de redes amplias de colaboración, las que han tenido éxito en el mundo. 

Planet Youth fracasó no solo por el enorme despilfarro de recursos y por ser un modelo importado basado en el marketing social, sino porque no podía atender las causas que están en las enormes desigualdades económicas en las zonas de mayor pobreza. Fue eso: una estrategia de prevención que hubiera dado los mismos pobres resultados con menos dinero.  

Me parece que hay un asunto de perspectiva social en el punto de partida: solo con un modelo islandés “fifí” se podía solucionar el problema, sin involucrar en la dirección a los grupos que trabajan con las clases sociales más pobres. Los sistemas preventivos de adicciones tienen otro punto de partida: la terrible realidad social entre los más pobres, donde surgen las adicciones. Es el sistema económico y sus efectos en millones de espíritus jóvenes donde está la pérdida del sentido de la vida poniendo en riesgo a miles que pierden la vida o que son reclutados a redes criminales. No es con visiones elitistas y marketing social como se logra la reinserción social de los jóvenes.

A algunos educadores nos llevó la vida a la convivencia con los jóvenes por casualidad y a otros por convicción; pero allí con ellos, es donde se encuentra con nitidez la ruta para construir una vida saludable. No hay nada nuevo bajo el sol. Son diferentes factores los que pueden aumentar el riesgo de un joven de consumir drogas: experiencias estresantes de la vida temprana, como maltrato infantil, abuso sexual infantil y otras formas de trauma; la genética; la exposición prenatal al alcohol u otras drogas, la pobreza, la falta de oportunidades, la falta de sentido a la vida, y por eso conocemos bien el perfil de quien se acerca y cae en las drogas.

Este jueves firmaremos el convenio entre los salesianos de Alemania y el Municipio de León, para fortalecer los centros de rehabilitación en adicciones de San Juan de Dios y de Chapalita, basados en el sistema preventivo de Don Bosco, el que por siglos en todo el mundo ha servido para salvar a millones de jóvenes de las adicciones y hoy lo sigue haciendo en todos los centros juveniles que tienen los salesianos. Se trata de una metodología compatible con la que utilizan muchos centros de rehabilitación en América Latina y en esta misma red salesiana se comparten las mejores prácticas utilizadas en sus colegios, oratorios, parroquias y centros de prevención de adicciones, como el que el gobierno de Colombia les encargó para el desarme de los jóvenes de las guerrillas.

En Guanajuato nos equivocamos en invertir 300 millones en el Planet Youth islandés. Pero a veces, como dice el dicho, “quien no conoce a Dios, a cualquier santo se le hinca”, y así fue tomada la decisión de poner enormes recursos financieros para este proyecto de marketing social. En México, hay cantidad de experiencias líderes hechas con metodologías probadas que han incidido en la prevención y atención de los jóvenes con adicciones, pues no siempre la importación de modelos logra los resultados deseados. 

Tres de cada cuatro jóvenes en este mundo macabro de las adicciones tuvo en su entorno marginación social y exclusión de oportunidades de desarrollo. La verdadera batalla la libramos en las trincheras en el corto plazo en los centros de atención en adicciones y en abrir los que atiendan las enfermedades mentales. Considero que los recursos públicos y privados deben estar aquí y fortalecer a los existentes con prácticas innovadoras, basados en una red de mentores locales que han probado su eficacia en la prevención y corrección.

La pobreza que sufren las mayorías jóvenes en México requiere soluciones diseñadas desde abajo, con el pueblo y su dinámica. Gastar en congresos pagando a expertos internacionales, no tiene el efecto como apoyar las redes y experiencias exitosas desde lo local. Se trata ahora de una gran convocatoria que se apoya en la participación de los miembros de la comunidad, con la aprobación sociocultural de los “factores protectores”; incorporando la prevención del consumo de drogas al interior de las organizaciones sociales y productivas, junto a centros exitosos de reinserción social como el sistema preventivo de Don Bosco. 

 

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