Independientemente de cuál sea la diferencia entre un “ajuste” y un “cambio”, estamos preparados hoy para hacer sonar palmas al Secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, y a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo por “afinar” su estrategia en Sinaloa tomando el toro por los cuernos.

Afirman que van tras los capos, decomisarán fentanilo y en general irán a las raíces del problema de la inseguridad. Lo acepten públicamente o no, este “ajuste” pone distancia con la “estrategia” de abrazos, no balazos, mantra del anterior sexenio. Dirán que esto lo hacen porque ya estaba programado, y no como respuesta a las amenazas de Trump, pero mientras lo hagan y actúen, no importa lo que digan.

En este sentido, hubo un aseguramiento muy importante de fentanilo, equivalente a 20 millones de dosis, según se dijo, y se logró la captura de un capo ligado a “Los Chapitos”. Bien por la Administración Sheinbaum, el pueblo pide resultados, y éstos son resultados, no rollo boletinero. Todo parece indicar que don Omar García Harfuch tiene “piernas de jinete” y que -cuando menos- procura hacer lo que dice que hará.

Cierto que acabar con la violencia tan extrema de México es algo que tomará tiempo, no se generó ésta en un día ni tampoco se extinguirá en un día. Lo que a este su h. servidor le parece importante es que se hagan las cosas y que se note que se hicieron. Ahora falta ver si los “ajustes” a la política de Seguridad son valorados por la Administración Trump, porque finalmente son ellos los que quieren detener el tráfico de fentanilo de México hacia Estados Unidos.

Por cierto que hechos recientes -de nuevo- hacen rodar por los suelos la mentira descarada y burlona del Tlatoani Tabasqueño cuando afirmaba que en México no se fabricaba ni se traficaba fentanilo. Ahora que empiece -uno espera- la destrucción de laboratorios, casi todos en Sinaloa o en el “triángulo dorado”, a ver cómo mete reversa el régimen para salvarle cara a su dios macuspano, el Presidente más embustero y manipulador en la historia de México.

Haciendo a un lado la semántica, haya sido “cambio” o “ajuste” de estrategia del Gobierno federal y las Fuerzas Armadas para combatir a las organizaciones criminales, nos parece positivo el ajuste: luce más pragmático y efectivo que sólo mandar al Ejército a las calles de Culiacán a realizar apantallajes, que han demostrado una nula efectividad.

Claramente esta Administración le está apostando, al frenar caravanas de migrantes y golpear donde les duele a los cárteles, a apaciguar las inquietudes del inquilino de Mar-a-Lago. Ahora permítannos compartir una apreciación: en la Administración Sheinbaum, quien mejor conoce a Grump es Marcelo Ebrard, hoy Secretario de Economía. Cierto, Trump lo ha insultado, pero en su anterior chamba de Relaciones Exteriores le tocó arreglar espinosos asuntos con el Godzilla de la política norteamericana.

Se dice que por viejas rencillas cuando ambos eran precandidatos no hay una súper cercana relación entre la Presidenta y Marcelo, o entre la gente de ambos. Sea lo que sea, al momento de negociar con el “artista de la negociación” (así se llamó el libro de Trump, “El Arte de Negociar”), ojalá y la señora Sheinbaum aproveche lo que ya aprendió Ebrard a chicotazo limpio.

Decimos esto, ya que todos los mexicanos, seamos o no afines a Morena y la 4T, queremos que México salga bien librado. Hablamos de lo que pudiera ser lo mejor para México a la hora de enfrascarse en un “tête à tête” con el hombre que amenaza con poner aranceles de 25 % a nuestras importaciones, invadir a México para destruir a los cárteles y romper en pedazos el T-MEC.

No importa que la probabilidad de que haga lo que dice que hará es la misma de los políticos mexicanos: muy baja; no obstante, deben de tomarse en serio sus amenazas. Y es precisamente por esto que hemos visto muy positivos los “ajustes” que la Presidenta ha hecho al tema de amainar el peligro que representan para nuestra paz social los cuates sinaloenses del ex Presidente, sobre todo los de Badiraguato.

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