Romero Oropeza, ex director de Pemex en el pasado sexenio, es Lutero y el Infonavit -hagan de cuenta- es la Iglesia. O sea, han puesto a la Iglesia en manos de Lutero.

Habló el miércoles este señor, que tan buen administrador es que hundió a Pemex: bajo su custodia ésta dejó caer la producción, recibió miles de millones de dólares de transferencias del Gobierno federal, se le condonaron impuestos… y como quiera perdió dinero a raudales. O sea, que si se hubiese propuesto la Presidenta escoger a la persona menos adecuada para hablar de “corrupción” en el Infonavit, y justificar los cambios que le pretenden hacer para apropiarse de las aportaciones para vivienda de patrones y trabajadores, no podría haber escogido a alguien peor. Además, sacan a relucir las mismas tácticas gastadas: para todo error que cometen pretextan corrupción.

Despapayaron el sistema de compras de medicinas quesque porque había corrupción, ¿y acaso lo mejoraron y lograron más medicinas y más baratas? ¡No, al contrario! Cancelaron el aeropuertazo que hubiese sido el de Texcoco “por corrupción”, ¿y acaso tenemos hoy un mejor sistema aeroportuario? ¡Pues no!, el de la CDMX da lástima y genera vergüenza como puerto de entrada para un país como México y mientras en el AIFA no se paran ni las moscas.

Infinidad de muestras existen de cómo esta gente para todo pretexta corrupción: la desaparición de los autónomos, la violación constitucional a la independencia de los Poderes destruyendo al Poder Judicial, y en todas las arbitrariedades que cometen pretextan que es “por corrupción”.

Sólo que si acaso hubo corrupción -como ellos dicen- en el Infonavit, el responsable era su anterior director: ¿quién lo nombró y a quién respondía? Lo nombró, sostuvo y apoyó el Mahoma Macuspano: o sea que si hay corrupción en el Infonavit es ¡de la 4T! 

De veras que no se miden ni en cantidad ni en calidad de los embustes que se avientan: ahora dicen que “habrá más transparencia” con los cambios que le piensan hacer. ¡Ello cuando ya desaparecieron el INAI! ¿Cómo diantres va a haber más transparencia? La transparencia en México se ha convertido en una graciosa concesión voluntaria del gobernante. ¡Y Romero Oropeza es el que nos la “garantiza”! Gracias, pero no, gracias.

Como funcionario público, este señor, hechura de AMLO en la Jefatura de la CDMX cuando él la gobernó, carece por completo de credibilidad y reconocimiento como para ser el garante de la integridad del Infonavit, cuando estos señores (y señoras) cambien su estructura para que lo domine por completo el Gobierno -en la figura del Poder Ejecutivo- y se apropie de las aportaciones de patrones y trabajadores.

¡Ciertamente no después del desastre que dejó en Pemex, mismo que ha arrastrado las finanzas de México a la degradación!

Quizá sea demasiado pronto para que se note, pero para quienes tenemos medio siglo sopesando y analizando las decisiones de Gobierno, nos queda cristalinamente claro que la Señora Presidenta está desgastando su credibilidad y autoridad mucho muy rápido. Nos recuerda mucho en su estilo de Gobernar a Luis Echeverría Álvarez. Mucho de lo que hacen como “novedad” son cosas que intentó en los 70 el demagogo lea, incluyendo la creación del Infonavit, que se tornó en un rotundo fracaso. Como lo fueron otras estatizaciones, una desastrosa política exterior y la conversión del Gobierno en actor protagonista en el escenario económico.

Lo autocrático lo recibió en automático de herencia por la hegemonía absoluta del PRI, y estos de la 4T la han tenido que crear demoliendo las instituciones democráticas que creamos los mexicanos a partir del 2000 cuando cayó el PRI. Mismas que -dicho sea de paso- son las que hicieron posible que estos pibes morenistas hayan llegado al poder y ahora se aferran a él con la intención de no soltarlo jamás, ahondando más en el totalitarismo en la errónea creencia de que el Gobierno lo puede todo. ¡Craso error! La receta no es -y la historia lo comprueba- Gobierno grande, sociedad chica, sino al revés: Gobierno chico y sociedad grande.

Sacar a la luz pública como “catedrático” de buena administración a quien quebró y destrozó a Pemex invita a la risa, no a la reflexión y menos aún al convencimiento: al contrario, sus argumentos se erigen como prueba de que la están regando, y feo.

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