‘Porque cada like, cada comentario y cada scroll tienen el poder de construir o deshacer…’
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a los adolescentes como individuos entre 10 y 19 años. Para el año 2024, se estima que la población total de México es de aproximadamente 130 millones de personas. De este total, los adolescentes representan alrededor del 16%, lo que equivale a aproximadamente 20.8 millones de personas.
En el mismo periodo, Guanajuato cuenta con una población total estimada de 6.3 millones de habitantes, de los 1.008 millones de adolescentes, de 12 a 14 años: 17.0%, 15 a 19 años: 28.5%, 20 a 24 años: 27.5%, 25 a 29 años: 27.0%.
Otra evidencia: el 92.4% de los adolescentes de 12 a 17 años eran usuarios de internet en 2023. En el grupo de 6 a 17 años el 82.3% había usado internet en los últimos tres meses de 2023, lo que representa 21.9 millones de niños y adolescentes. El 59.2% de los niños y adolescentes disponen de un teléfono celular con capacidades de juego. El 68% de niños y adolescentes utiliza alguna red social. El 78% usa el teléfono celular como principal dispositivo para consumir contenidos por internet.
Estimados lectores, en el mundo digital, donde las interacciones están a un clic de distancia, una realidad compleja emerge: las redes sociales han transformado la adolescencia, pero también han desafiado la salud mental y el bienestar físico de esta generación. El informe “Social Media and Adolescent Health” -diponible en https://bit.ly/4iEUAXT-, desarrollado por la “National Academies of Sciences, Engineering, and Medicine”, analiza esta encrucijada. Este texto busca compartir los hallazgos más relevantes del estudio, promover un diálogo informado y empatizar con quienes lidian con los impactos de las plataformas digitales en el vecino país del norte.
Con más del 95% de los adolescentes en Estados Unidos accediendo a internet diariamente, según el informe, el papel de las redes sociales no es menor. Estas plataformas ofrecen comunidad, entretenimiento y aprendizaje, pero también plantean riesgos: desde la adicción y el bullying hasta problemas de salud mental como la ansiedad, la depresión y los trastornos alimenticios. Como señala Sandro Galea, presidente del comité detrás del informe, “el balance entre los beneficios y los daños varía entre individuos, pero el impacto es innegable.”
Las redes sociales pueden fomentar la conexión, especialmente entre jóvenes LGBTQ+ o aquellos con enfermedades graves que encuentran apoyo en comunidades en línea. Sin embargo, también amplifican peligros, como las comparaciones sociales tóxicas, que afectan la autoestima y la imagen corporal. De hecho, Facebook admitió en 2021 que “hacemos que los problemas de imagen corporal sean peores para una de cada tres adolescentes.”
Además, estas plataformas consumen tiempo que podría dedicarse a actividades más saludables, como el sueño o el ejercicio, y distraen durante momentos cruciales de desarrollo cognitivo y emocional. Este panorama deja claro que el diseño de las plataformas, optimizado para maximizar el tiempo de interacción, no siempre considera los intereses de sus usuarios más jóvenes.
El comité subraya la necesidad de medidas concretas para mitigar los riesgos y potenciar los beneficios de las redes sociales. Entre sus propuestas destacan la elaboración de guías que equilibren la privacidad, la transparencia y el bienestar de los usuarios jóvenes; que las escuelas integren programas sobre uso responsable de las redes y que los docentes reciban formación continua; crear sistemas accesibles para denunciar casos de acoso digital y desarrollar programas de intervención para jóvenes afectados y, sobre todo en nuestro país es crucial entender mejor cómo estas plataformas influyen en la salud, y esto requiere acceso a datos que muchas empresas aún no comparten abiertamente.
Si bien el informe se centra en Estados Unidos, las conclusiones son relevantes para México, donde el uso de redes sociales también ha crecido exponencialmente. En un país con altos índices de bullying escolar y problemas de salud mental entre adolescentes, las redes sociales representan tanto un recurso como un desafío. Garantizar que las plataformas sean responsables con los datos y la seguridad de sus usuarios debería ser una prioridad en las discusiones legislativas en el próximo periodo.
La encrucijada de las redes sociales y la salud adolescente no tiene una solución única. Como sociedad, debemos encontrar un balance entre proteger a los jóvenes y permitirles explorar las oportunidades que ofrece el mundo digital. Esto requiere un esfuerzo conjunto de padres, educadores, legisladores y las mismas plataformas tecnológicas. En un momento donde el bienestar de nuestra juventud está en juego, las palabras del informe nos hacen un llamado a la acción: “Las redes sociales no son inherentemente buenas ni malas, pero su impacto depende de cómo las usamos y las regulamos”.
Es nuestra tarea, como comunidad, apoyar a los adolescentes (más de 1 millón en Guanajuato) en este complejo panorama.
RAA