San Felipe, Guanajuato.- En un pequeño taller en su hogar, ubicado en la calle Corregidora, detrás del Templo de San Miguel, se encuentra Don Lorenzo Silva Pacheco, un restaurador de figuras religiosas, conocido especialmente por su trabajo con figuras del Niño Dios.
Su trabajo en esta temporada previa a la Noche buena se vuelve indispensable para muchas familias que buscan revivir el esplendor de sus reliquias. A sus 80 años, Don Lorenzo ha dedicado más de cuatro décadas a esta noble labor. Inició a los 20 años, influenciado por su padre, Paulino Silva Velázquez, quien también trabajaba en el mismo oficio.
Don Lorenzo restaura figuras por pasión, incluso hay ocasiones en las que no cobra por su trabajo. Sin embargo, su fuente de ingresos principal por muchos años estuvo asociada a la construcción, pues trabajó como albañil restaurando importantes recintos en el municipio.
Transportando algunos recuerdos al presente, Don Lorenzo recordó que su primer desafío fue restaurar un Cristo de pasta de caña de maíz, de aproximadamente 1.30 metros; una experiencia que lo marcó profundamente, por lo que las pinturas, el polvo del yeso, la textura de las maderas, y cada uno de sus herramientas, se convirtieron en una parte importante del trabajo que realiza como un pasatiempo que lo ha nutrido por más de la mitad de su vida.
Manos que crean recrean
Cada pieza que pasa por sus manos lleva consigo una historia y una fe inquebrantable, don Lorenzo platico que “Los rostros son lo más complicado”, por los detallar a realizar como las cejas, los ojos, y las pestañas.
Las pestañas las llegue hacer con mi propio cabello. Me arrancaba un mechón, lo pegaba en cartón, lo recortaba y lo colocaba con paciencia.” platicó
Su dedicación no se detiene ante los obstáculos, aunque su vista se ha debilitado con los años, su empeño sigue intacto. Este mes, trabaja principalmente en imágenes de Niño Dios con brazos o piernas quebrados, cabello despintado, y otras reparaciones.
“Hay piezas que prácticamente hago desde cero; algunos niños tienen hasta dientes, como el que restauré de mi papá.” añadió.
A pesar de la satisfacción que siente al devolver la vida a estas imágenes, Don Lorenzo lamenta que nadie en su familia haya heredado el oficio. “Es un trabajo que amo porque me da libertad creativa, pero no es costeable”.
AAK