“Inmediatamente voy a designar a los carteles como organizaciones terroristas extranjeras”. 

Donald Trump, 22.12.2024

No tengo duda de que las bandas de narcotraficantes en nuestro país se han convertido en verdaderas organizaciones terroristas. La violencia que empleaban estaba antes dirigida a sus rivales, pero cada vez son más los casos en que agreden a ciudadanos comunes para generar terror entre la población. 

Por eso no sorprende que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, haya amenazado con declarar formalmente organizaciones terroristas a los narcotraficantes mexicanos. Nuestros diplomáticos podrán argumentar que no son terroristas porque no tienen objetivos políticos, pero Trump no está tan errado cuando advierte que estas organizaciones son el mayor riesgo para la seguridad de su país. 

Es cierto, como dijo ayer la presidenta Sheinbaum, que Trump “nunca habla de la intervención en México, nunca”, pero la verdad es que por el Patriot Act, la ley contra el terrorismo promulgada el 26 de octubre de 2001 por el presidente George W. Bush, la designación abre las puertas a posibles intervenciones en territorio nacional. Esta ley otorga a las agencias de justicia de Estados Unidos la posibilidad de realizar investigaciones criminales en cualquier lugar del mundo, y de pedir y obtener órdenes de búsqueda y aprehensión de terroristas y ejecutarlas en cualquier país. Hemos visto ya cómo Estados Unidos aplica esta justicia extraterritorial. 

De poco sirve que Trump no haya hablado específicamente de mandar tropas o fuerzas policiales a nuestro país. Esto podrá hacerse ya de manera automática, sin que el presidente dé una orden específica. Si las autoridades estadounidenses identifican y localizan en México a un narcotraficante designado como terrorista, podrán ordenar que se le sustraiga del territorio nacional o que se le asesine. Poco importa que violenten el derecho internacional; estarán avaladas por su legislación nacional, que es la única que les importa. 

El expresidente López Obrador hizo mucho daño a la relación con Estados Unidos al afirmar que puso fin a la “guerra contra las drogas” y asumió una política contra el narco de “abrazos y no balazos”. Ahora el gobierno de Sheinbaum tendrá que convencer a Trump y a su gente de que esto no ha sido más que una pantalla política. México tendrá que demostrar que sigue comprometido en la guerra contra el narco. 

En realidad, ahí parecen estar las pruebas. Apenas este 21 de diciembre la Secretaría de Marina afirmó que durante los tres primeros meses de Sheinbaum ha confiscado más de 45 toneladas de drogas y ha exterminado 53 plantíos de marihuana. El secretario de seguridad, Omar García Harfuch, informó el 3 de diciembre que las autoridades mexicanas lograron el mayor decomiso de fentanilo en la historia del mundo, de 1.1 toneladas, en Ahome, Sinaloa, y añadió que del 1 de octubre al 1 de diciembre de 2024 fueron detenidas 5,434 personas por “delitos de alto impacto”, se aseguraron 2,471 armas de fuego y 57.9 toneladas de drogas, entre ellas, 415,309 pastillas de fentanilo. 

Tanto el gobierno de México como Trump, sin embargo, prefieren seguir en sus juegos políticos. México pretende que ya no hay guerra contra las drogas, mientras que Trump está más interesado en presentarse ante sus electores como un bully que amedrenta a sus vecinos y socios, principalmente a México. Mucho mejor nos iría a todos si tuviéramos gobernantes sensatos y dispuestos a tomar medidas conjuntas para acabar con el crimen y la violencia, pero la verdad y la sensatez no son virtudes que practiquen los políticos de hoy. 

No necesitamos

Dice el secretario de agricultura Julio Berdegué que “no necesitamos traer a México maíz blanco transgénico”. Quizás ahora no, pero por la sequía la producción de maíz de nuestro país será en 2024 de 23.3 millones de toneladas, la más baja desde 2014. En Estados Unidos, gracias al maíz transgénico resistente a las sequías, la producción ha aumentado. México, por lo pronto, será en este 2024 el mayor importador mundial de maíz. 

 

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