Provenientes de Oaxaca artesanos tejedores de bolsas y cestos, viven verdadero viacrucis para trasladarse, vender y vivir en plazas como la de Tulancingo.
Doña Mari y Don Juan son quienes siguen un legado de cientos de años en el tejido de objetos con palma; sin embargo, en los últimos años decidieron cambiar a un material plástico, cada tira les cuesta un peso.
“Si hay palma, por los cerros de allá en Oaxaca, pero este es más duradero, no se quiebra tan fácil”, dicen del uso de los multicolores listones; sin saber cuántos usa en cada creación cada bolsa o cesto lo venden en 150 pesos.
Para artesanos, la Navidad es una fecha triste porque en una semana que se instalaron en la avenida 21 de Marzo fuera de un local de telas, escasamente les compraron cinco de sus artículos.
“Hay vamos de vuelta, casi con todo y sin dinero”.
Del Istmo van a Veracruz, Puebla e Hidalgo para ofrecer las bellas bolsas; en el trasporte además de sus pasajes les cobran 200 pesos extra por el paquete que lleva la mercancía; no cuentan con suficientes fondos para considerar su hospedaje, afortunadamente en Tulancingo les brinda apoyo una familia en Medias Tierras, para que lleguen a dormir.
Por si fuera poco, se limitan a comer tacos a veces solo con sal, si corren con suerte no serán quitados de la vendimia por los inspectores de reglamentos.
Sus creaciones, son verdaderas obras manuales que sin seguir un patrón, solo la imaginación de Mari y Juan salen diferentes modelos.
Entre suspiros dicen que su deseo de Navidad y de Año Nuevo es que puedan regresar siempre a casa, sin una sola de sus artesanías.