Hoy se celebra uno de los trabajos más duros pero con mayores satisfacciones: ser madre. Pero hay mamás que no celebrarán su día en lujosos restaurantes o comprando bolsos y ropas caras, y aún así tienen ya el mejor regalo: el amor de sus hijos.
En Guanajuato, de acuerdo al Censo de Población y Vivienda 2010, siete de cada 10 mujeres de 15 años y más (68.6%) han tenido al menos un hijo nacido vivo.
Del total de mujeres de 15 a 19 años, 11.4% ya ha tenido descendencia, este porcentaje aumenta a 56.1% en las jóvenes de 20 a 29 años y casi es el 86% en las mujeres de 30 años y más.
De las de 20 a 29 años con hijos nacidos vivos, 79.1% tienen más de dos; en tanto que poco más de tres quintas partes de las mujeres mayores de 49 años (63.7%), registraron cinco hijos o más.
Quienes son madres se convierten en guerreras, pero no usan armas ni fuerzas para luchar; sino amor y apapachos.
Hay mujeres que más allá de celebrar la maternidad se ven en situaciones que las obligan a ser heroínas para sus hijos. Un ejemplo de lo anterior es visible en diversos hospitales de la ciudad, donde a diario decenas de mamás pasan sus días al cuidado de sus retoños.
Deja todo por su hijo
Dejar su ciudad de origen, San Miguel de Allende, y con ello a seis de sus siete hijos fue uno de los grandes sacrificios que María del Rosario Yáñez hizo por buscar recuperar la salud de su pequeña “Tatis”
Desde hace más de cuatro meses las instalaciones del Hospital General Regional (HGR) de León han sido su casa; y es que desde enero, la madre ha cambiado su vida por estar al cuidado de Tatiana, la más pequeña de sus hijos.
“Es muy bonito ser mamá, pero nunca nos esperamos que algún día pasará algo como lo que ocurrió ahora, pero es bonito ser mamá”, platicó María del Rosario quien encontró la prueba más difícil como madre al ver sufrir a su niña de tres años.
Desde comienzo de este año, María del Rosario decidió dejar a un lado la vida que tenía en su tierra y pasar el tiempo al pendiente de la pequeña paciente.
Por la noche descansa en el albergue Cáritas y el resto del día lo pasa en el hospital, donde ella y su esposo se turnan para el cuidado de la niña.
“A veces no valoramos lo que tenemos en casa y estando aquí quisiera uno estar en su hogar. Aprendí también a valorar a mis otros niños, aprovechando a los otros que tengo en casa sanos”, finalizó.
Lucha en familia
Una ducha, tomar una chamarra y caminar al hospital son parte del día a día de Abril García Naveda, una joven y ejemplar madre que dedica las 24 horas del día al cuidado de Íker, su único hijo.
Una sonrisa y un abrazo son la forma en la que el menor de tres años agradece a su mamá las fuerzas que saca diariamente para sacarlo adelante en la enfermedad que padece.
Una vida llevada del hospital a la casa y renunciar a un empleo, son algunas de las acciones que hacen de la leonesa una mamá ejemplar.
“Cambió mi vida con su nacimiento, me embaracé muy chica pero fue un bebé que lo planeamos, lo esperamos y es mi vida completa”, comentó Abril.
Estar desde las 8 de la mañana hasta las 10 de la noche pasando el tiempo junto al alegre Íker ha provocado en ocasiones que Abril descuide su alimentación.
“A veces no como, ni siquiera almuerzo, es que casi no me gusta dejarlo solo y de estar piense y piense se me quita el hambre, pero todo sea por la salud de mi niño”, agregó.
“Aprendes a que en la vida estás bien y de un momento a otro te cambia; me pongo a pensar y digo ‘por qué no a mí’, para mí es una bendición, esta experiencia también ha servido para unir a toda la familia”, concluyó.
Entrega y sacrificio
Para Paloma Meza Montelongo la mejor etapa de su vida, la maternidad, se ha convertido también en su mayor aprendizaje.
Tiene dos hijos pero la enfermedad del menor, Santiago de cuatro años, ha hecho que Paloma renuncie a pasar el tiempo que quisiera con su hijo mayor de nueve años.
“Es algo inexplicable ser mamá, es el regalo más grande que Dios nos puede mandar, tener a tus hijos, verlos crecer, reír, jugar y disfrutar de la vida, es algo muy bonito”, opinó.
Ella también lleva meses viviendo entre médicos y enfermeras que reconocen la gran labor que hace como madre, pues todas las mañanas espera pacientemente a que su hijo despierte para contemplarlo y ayudarlo a comer.
Desde temprano Paloma llega al hospital para relevar a su esposo, quien cuida al menor por las noches.
“Me voy de cuerpo, pero mi mente y mi corazón se quedan con Santiago a todas horas”, comentó.
“Lo más difícil ha sido para mi niño más grande, pues estaba acostumbrado a que estábamos en casa y ahorita con esto tengo que dejarlo en casa de mis papás”, relató la luchadora mamá.