No importa cuántas veces ha sido visto en la televisión, al estar frente a este edificio revestido en un blanquísimo mármol y coronado por una imponente cúpula, más de un viajero se ve tentado a sacarse la foto de rigor: mostrando un aire altivo y asegurándose de tener como telón de fondo al Capitolio.
Además de ser la sede de las dos cámaras del Congreso de Estados Unidos, también suele ser la primera parada de quienes optan por pedalear una bicicleta para conocer los sitios más icónicos de esta capital.
Mientras la mayoría del grupo hace malabares para lograr que en la misma toma salga desde la rueda de la bici hasta la estatua de bronce que corona al gran domo, Justin Shannon -uno de los guías de la empresa Bike and Roll- señala que el Senado se encuentra en el ala norte y la Cámara de Representantes, en el ala sur.
La curiosidad pronto invade a algunos al pensar que ahí adentro se toman decisiones que repercutirán en la vida de mucha gente.
Es posible elegir una visitas guiada y gratuita, pero hay que reservar un lugar con antelación en el Centro de Visitantes del Capitolio, abierto de las 8:30 de la mañana a las 16:30 horas, de lunes a sábado. Si se desea acceder a las cámaras, ahí mismo hay que solicitar un permiso especial.
Para ver al ícono en todo su esplendor, hay que esperar por una visita, ya que a partir del 12 de abril la cúpula del Capitolio se somete a un proyecto de restauración y hay una red de seguridad dentro de la rotonda. Y se estima que a partir de mayo se colocará un andamiaje exterior, probablemente por dos años.
También imperdible, señala Justin, es una visita a la Biblioteca del Congreso. Los amantes de las letras prometen que algún día regresarán.
Por lo pronto, el objetivo es seguir pedaleando para obtener un vistazo general del National Mall o Explanada Nacional, una extensa área en el centro de la ciudad que rinde homenaje a la historia estadounidense con diversos monumentos conmemorativos y museos.
El Museo Nacional de Historia Americana, el Museo Nacional del Aire y el Museo Nacional de Historia Natural constantemente aparecen en diversas listas entre los más visitados del mundo. Su entrada es gratuita, pues pertenecen al Instituto Smithsoniano, que posee una colección nacional compuesta por 19 museos y galerías, un zoológico y nueve centros de investigación.
A la distancia, el Monumento a Washington emerge como una meta a alcanzar. Recientemente, el famoso obelisco ha sido sometido a trabajos de reparación, debido a los daños ocasionados por el terremoto de agosto de 2011. Muy probablemente a finales de mayo será reabierto.
Washington es una ciudad de monumentos, pero también de vastas áreas verdes donde los lugareños y visitantes gustan de ejercitarse y divertirse.
Cada vez se observan más grupos de ciclistas por aquí, corredores por allá y jóvenes madres paseando a sus bebés en carriolas.
Una vez más hay que bajar de la bicicleta, esta vez para caminar por el Monumento Conmemorativo a la Segunda Guerra Mundial. Al escuchar los chorros de agua y ver las estrellas de oro en una pared, irremediablemente se piensa en la vida y la muerte.
Una sensación parecida se tiene al merodear por el Monumento Conmemorativo a los Veteranos de la Guerra de Corea y por el Monumento Conmemorativo a los Veteranos de la Guerra de Vietnam.
Justin dice  que este último es uno de sus rincones favoritos en la ciudad. Muchos del grupo coinciden. Y es que no se sabe que impresiona más, si el silencio avasallador, a pesar de los múltiples visitantes, o el sentimiento que muestran algunos al buscar con insistencia el nombre de su deudo grabado en un pulido muro de granito negro.
La última parada se realiza en un sitio peculiar que emula a un templo griego. Al interior, la colosal escultura de Abraham Lincoln. Al exterior, la larguísima Reflecting pool, o Espejo de agua, acapara las miradas.
Aquí fue donde Martin Luther King lanzó su elocuente discurso “I have a Dream” (Tengo un sueño), donde la gente se manifestó en contra la Guerra de Vietnam y donde este día un par de elegantes damas se toman la foto de su unión matrimonial.
Ciclistas, corredores, viajeros, lugareños, activistas, pacifistas, fotógrafos y adictos a las selfies van y vienen. Aquí es donde más barullo se oye. Quizá porque todos alzan la voz, quizá porque aquí todos cuentan sus sueños.

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