Intentó ser taquero, carnicero y hasta albañil, pero su verdadero oficio es ser “zapatero”, dijo Salvador Verduzco Díaz, mejor conocido como “Chava”, quien ha desempeñado esta labor desde hace 21 años.
Cuando apenas era un adolescente, Chava veía a su padre trabajar en la reparación de calzado y viendo cómo lo hacía fue que se enseñó.
En aquellos años este oficio era bueno, aunque también más competido en la ciudad, comenta que en el barrio de “Perros Bravos” era donde se fabricaba zapato deportivo y que él les llegó a maquilar en varias ocasiones.
Sin embargo, en la actualidad el negocio ha decaído por la competencia que existe con el calzado de origen asiático, “por supuesto son de baja calidad, pero también son más baratos, y debido a la crisis que se ha vivido en México durante los últimos tiempos, las personas ya no quieren gastar tanto”, mencionó.
cortar, pegar, coser…
A pesar de esto, Chava disfruta su trabajo, pues durante más de dos décadas se ha dedicado a poner tacones, pegar suelas, coser, pulir y cortar pieles, del calzado que llevan sus clientes a reparar.
Con el paso de los años y habiendo pocos zapateros en la ciudad, se ha vuelto conocido; además desde hace 7 años su taller se encuentra en la calle Pino Suárez 370, una zona cercana al Centro, fácil de identificar por su letrero “Reparación de Calzado”.
Para componer zapatos Chava se pinta solo, cuenta con la herramienta necesaria para hacerlo a mano, aunque a veces también requiere de su maquinaria.
Hace algunos años en la llamada “capital del calzado”: León, Guanajuato, adquirió dos máquinas industriales para coser, dos pulidoras y algunas hormas; aunque ya han perdido su valor en el mercado, Chava presume que son de las pocas que hay en esta ciudad.
ABANDONAN CHANCLAS
Hay personas que llevan a reparar sus zapatos pero ya no regresan por ellos, lo que hace es guardarlos en un almacén por sí un día vuelven.
Pero Salvador Verduzco Díaz considera que andar bien calzado es parte de la imagen del hombre, no por traer un par de zapatos nuevos, sino en buen estado; pues el calzado es el complemento del buen vestir.
Consciente de la baja economía, trata de ser accesible a la hora de cobrar su trabajo, siempre hay quien le regatea los precios, pero aún así disfruta ser zapatero… y lo seguirá haciendo hasta que las fuerzas se lo permitan.

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