La callejuela Padilla, en el corazón del Centro Histórico, se encuentra en deplorables condiciones a causa del vandalismo y la falta de mantenimiento.
Las columnas de cantera que sostienen la arquería están deterioradas y grafiteadas, por lo que los comerciantes temen que ocurra un desplome como el ocurrido a las 8:30 de la noche del 31 de diciembre de 1981, cuando se vino abajo un tramo del portal.
Por testimonios existentes desde 1811, en el extremo sur donde empezaban los “propios” (terrenos) de la Villa, la primera cuadra de la calle Plaza de Gallos (hoy Juárez) llevaba los nombres de “Los Zapotes”, “Damas”, “Familiar”, “Maravillas”.
La cuadra continuaba con la frontera de la plaza principal, en la que mucho tiempo estuvo el llamado “Mesón de la Libertad”, llamándose después “Privada del Refugio” y más tarde y hasta ahora, Callejuela Padilla, explicó el director del Archivo Histórico de León, Carlos Arturo Navarro Valtierra.
Informó que la callejuela y el Portal Padilla son dos de los rincones más emblemáticos de la ciudad, pues se tienen documentos que señalan que están asentados en un terreno que a fines de la época colonial pertenecía a la familia Quijas.
“En 1828 pasó a ser propiedad de José Felipe Flores, quien compró la finca por siete mil 250 pesos. Éstas tenían una superficie de 51 y dos tercios de varas (cada vara medía 83 centímetros)”, señaló el historiador.
Era una finca que colindaba al norte con los terrenos de lo que hoy es la Parroquia del Sagrario o de San Sebastián; al sur con la calle Monterrilla (hoy Belisario Domínguez); al oriente con la Plaza Mayor y las Casas Consistoriales (hoy Portal Guerrero), atravesando por la calle del Parque y al poniente, con la calle Clarín (hoy Juárez).
“Años más tarde se acondicionó como el Mesón de la Libertad. Al principio del siglo XX la familia Padilla lo había adquirido en propiedad, abriéndose un pasaje que unía la calle que ahora se llama Justo Sierra con la actual zona peatonal, hecho por el cual tomó su nombre”, añadió. .
Durante años el Portal Padilla sirvió de mercado público, donde lo mismo se vendían cebadinas y fritangas que artesanías
Hasta que se derrumbó.
Drama de fin de año
El 31 de diciembre de 1981, en vísperas de Año Nuevo, la sociedad leonesa se conmocionó con el percance, en el que fallecieron cuatro personas.
El entonces director de Obra Pública del municipio, Javier Lozano Villafaña, solicitó al colegio de Ingenieros Civiles de León hacer un dictamen de las causas.
El colegio comisionó a los ingenieros Leonardo Gama, Saúl Ramírez, Abraham Cuevas, Manuel Tejada, Arturo Acevedo y Gustavo Ferrer para que realizaran los estudios necesarios.
Al final dictaminaron que las cimentaciones en columnas del portal estaban construidas con materiales inadecuados y con excentricidades y que había muros carentes de cimentación.
“Las columnas de concreto sustituyeron a las de cantera, las que sin embargo no fueron recimentadas, ni ligadas adecuadamente con el resto de la estructura”, añadió el dictamen.
Además, descubrió que la construcción de muros era variada, había instalaciones hidráulicas deficientes, entrepisos de viga de madera deteriorados, además de mezanines inadecuados.
Determinaron que la causa probable del derrumbe fue el uso de materiales que con el tiempo sufrieron deterioros apreciables y no fueron reparados ni sustituidos oportunamente.
“La falta de mantenimiento provocó humedades importantes tanto en cubiertas como en muros, haciendo que estos perdieran parte de su cohesión interna y por consiguiente que su resistencia disminuyera”, estableció el dictamen.
El mismo es de febrero de 1982, pero parece que fuera actual, pues las columnas de cantera que sostienen el portal se ven muy deterioradas.
“Es una lástima que no se dé mantenimiento. No hay vigilancia, por ello hay tanto graffiti en las canteras y muros. Además de que sirve de sanitario público de noche a pesar de que colinda con la Presidencia Municipal”, señaló Juan Estrada, locatario.
Actualmente la propia Presidencia renta algunos locales de la parte superior de la callejuela Padilla, que ahora es propiedad de un industrial del calzado.
Basura, suciedad, graffiti, además de pisos en mal estado, se pueden observar a simple vista cuando se transita por la Callejuela Padilla.
El esplendor centenario de este rincón leonés está cubierto por la mugre y la desidia.