Hay injusticias sociales que permanecen en el mundo más ofensivas que las decisiones arbitrales contra la Selección Mexicana en el Mundial de Futbol, que tienen siglos esperando un cambio, afirma la Arquidiócesis de Guadalajara.
La desigualdad lleva a que poblaciones en extrema pobreza pudieran envidiar la vida de las mascotas en otros estratos sociales, señala en la editorial de la última publicación del Semanario.
“Existe amplia disparidad por naturaleza, y por voluntaria adopción, de gustos, sabores, ideologías, políticas, vestimenta y empleo del tiempo; todas ellas son identidades que exigen respeto a los diferentes.
“No obstante, las diferencias más abismales que demandan, más que respeto una urgente solución, son las que se repiten en materia de justicia social aquí y ahora, pues hay pobres tan pobres, que quisieran disfrutar siquiera un poco de los beneficios que un perro puede tener en una zona de vivienda distinta a la suya, donde tiene cama, comida, aseo y hasta un cariño que muchas veces es negado a los seres humanos”, señala el texto.
Al poner como ejemplo la indignación nacional por la eliminación de México en la Copa del Mundo, la Arquidiócesis expone que ese sentimiento es pasajero y el tiempo es capaz de sanar rencores gratuitos, pero que hay otro mundo diverso y desigual que reclama sus derechos fundamentales.
“Hoy, son multitudes incontables las que la reclaman desde su diversidad y desigualdad. Son aquellos a quienes la complejidad del mundo los ha colocado del otro lado de los derechos y beneficios a la salud, alimentación, educación, trabajo, vivienda, salario digno, diversión, espacios recreativos y servicios elementales como agua, drenaje, transporte o electricidad.
“Pareciera que hay Gobiernos selectivos, para los cuales la justicia social sólo alcanza a unos cuantos privilegiados, mientras las mayorías sufren lacras por desprecio, políticas erráticas u omisiones controladas”, se agregó en el artículo.
Pobres envidian a mascotas: Iglesia
La desigualdad lleva a que poblaciones en extrema pobreza pudieran envidiar la vida de las mascotas en otros estratos sociales, señala en la editorial