El presidente Juan Manuel Santos, que la noche anterior amenazó con terminar el proceso de paz de La Habana tras la escalada de atentados atribuidos a las FARC, aseguró el miércoles que los ataques de las guerrillas contra la población civil son inaceptables porque la guerra es entre combatientes, afirmó.
Al término de un consejo de seguridad en el puerto de Buenaventura, el mandatario sostuvo que los atentados de los grupos rebeldes “afectan primordialmente a la población civil y, dentro de la población civil, a la gente más vulnerable, a la gente más necesitada y eso es totalmente inaceptable”. Ese puerto en el Pacífico colombiano se encuentra sin electricidad desde el lunes en la noche por un ataque de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia a una torre de energía
Por eso enfatizó en que “la guerra es entre los soldados y los policías de nuestras Fuerzas Militares, no es contra la población civil, y por eso quiero hacer nuevamente esa advertencia a las FARC y al ELN: el pueblo colombiano no acepta los ataques contra la población civil… ni los que afecten a nuestro medio ambiente”.
Reconoció que, tal como lo han registrado los medios de comunicación, hay en el país una sensación de que han aumentado los “los actos terroristas” por parte de las FARC y del Ejército de Liberación Nacional.
Desde fines de 2012, el gobierno de Santos y las FARC adelantan en Cuba un proceso de paz para tratar de poner fin a 50 años de confrontaciones entre las partes. El 12 de junio pasado, el Ejecutivo y el ELN anunciaron estar en la fase exploratoria para un eventual proceso de negociación.
Según dijo el presidente, “les vamos a advertir allá en La Habana a quienes están comandando esas organizaciones que esa actitud (delictiva) no es para nada aceptable ni consecuente con las conversaciones que hemos venido adelantando”.
Lo consecuente, recalcó, “son gestos de paz, no acciones contra la población civil. Que eso quede muy claro”.
El gobernante estuvo en Buenaventura, a unos 350 kilómetros al suroeste de Bogotá, en compañía del ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, y del vicefiscal general, Jorge Fernando Perdomo, entre otras autoridades.
“Es algo demencial”, dijo el jefe de Estado la noche del martes al referirse a la situación en que la guerrilla dejó al mencionado puerto.
Las FARC, enfatizó Santos la víspera, “están jugando con candela y este proceso puede terminar, porque no podemos seguir indefinidamente en esta situación, porque el pueblo colombiano se confunde y no entiende”.
La Empresa de Energía del Pacífico informó el martes en un comunicado que a partir de un sobrevuelo realizado en la zona se identificó que la situación fue generada por el atentado contra una de las torres del sistema de transmisión regional.
Señaló que están laborando para restablecer el servicio de energía en el menor tiempo posible. Militares tratan de asegurar la zona para que los operarios de la empresa de energía puedan trabajar. La vocera de la empresa energética explicó a The Associated Press que sólo a las seis de la mañana del miércoles (1100 GMT) iniciaron labores porque el día anterior tuvieron que llevar la maquinaria hasta el sitio donde ocurrió el atentado.
Buenaventura, con unos 400,000 habitantes, es una de las ciudades colombianas más azotadas por la violencia en el último año. En marzo pasado por ejemplo la Iglesia Católica, la Defensoría del Pueblo y la no gubernamental Human Rights Watch denunciaron que varias personas fueron descuartizadas como consecuencia de la guerra entre dos bandas criminales que se disputan el control del narcotráfico.
Santos también ha condenado los ataques rebeldes contra la infraestructura petrolera del país.
El 25 de julio las autoridades atribuyeron a las FARC el cuarto derramamiento de petróleo en el sureño departamento de Putumayo, en la frontera con Ecuador.
Los cuatro ataques, en los que se derramaron más de 8.600 barriles de crudo, han sido dentro o cerca del municipio de Puerto Asís, Putumayo, unos 515 kilómetros al suroeste de Bogotá, dijo en su momento a la AP el alcalde Jorge Coral.
Unas 100,000 personas de Puerto Asís se vieron afectadas por los derramamientos de crudo y, según Coral, se quedaron sin agua.

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