Las mujeres en Irapuato son más de la mitad, exactamente conforman el 53% de la población.
La mayoría de las mujeres irapuatenses son amas de casa, en la actualidad hay 13 mujeres estudiando en la universidad por cada 10 varones, según informó Sucel González Ibarra, directora del Instituto de la Mujer Irapuatense (Inmira).
“Lo más importante que debemos de tener es la educación, por eso debemos empezar a detectar en dónde están las mujeres y qué hacemos, para de ese modo comenzar a ver en qué nos hace falta trabajar”, dijo González Ibarra.
De cada 10 mujeres irapuatenses, 4 tienen una profesión, sin embargo, por cada 10 empleos para profesionistas, 3 son ocupados por mujeres, es decir, el trabajo femenino es aún más enfocado al hogar o a la manufactura.
La cultura de la denuncia ha arrojado nuevas luces, mientras antes se pensaba que no existía la violencia doméstica, ahora son cada vez más quienes expresan la situación, saber que sucede lleva a buscar políticas de protección, plantear alternativas de solución.
Según datos del DIF, las formas más recurrentes en que las mujeres son violentadas en su hogar son la económica, psicológica y la física, en algunos casos se viven todas, muchas veces los casos de violencia en una sola mujer son varias.
En lo que va del año, 224 mujeres han acudido al Centro Multidisciplinario de Atención a la Violencia (Cemaiv) a denunciar, esto significa un logro, ya que hasta hace algunos años no existía la posibilidad de manifestar el daño.
Según datos de la misma instancia, en lo que va del año, 202 mujeres que son cabezas de familia han acudido a solicitar apoyo alimenticio.
La importancia de que exista un día para pensar en y sobre la mujer es precisamente porque se centra en el hecho de que aún hace falta trabajo para lograr equidad, ver desde las diferencias el complemento, buscar que las capacidades específicas de género no sean limitantes y que su ejercicio conforme una sociedad equilibrada que impulse el desarrollo de la mujer.
Trabajan para evitar embarazos en jóvenes
La regidora del PRI en el Ayuntamiento, Leticia González Sánchez, comentó que en Guanajuato e Irapuato se registra una cifra parecida a la media nacional en embarazos de mujeres jóvenes por lo que buscarán apoyos de la Federación para fortalecer los programas de prevención y atención de jóvenes madres de familia.
Inicialmente, la regidora Leticia González Sánchez dijo que su propuesta no había sido escuchada por el alcalde Sixto Zetina Soto, pero en el marco de la sesión del Ayuntamiento de ayer fue aprobada por el pleno del cabildo.
“La propuesta del Ayuntamiento es para organizar una cruzada para apoyar y concientizar a las mujeres para evitar el embarazo en jóvenes adolescentes, porque en primera son muy riesgosos”, dijo la regidora.
La regidora de la fracción priísta en el Ayuntamiento comentó que “las adolescentes que se embarazan a temprana edad tienen problemas de hipertensión, se puede generar la diabetes y tienen riesgo de hemorragia, también hay riesgo para el producto -bebé-”.
También en entrevista, la regidora comentó que “las mujeres terminan su carrera profesional más que los hombres y desertan por el embarazo, no por falta de capacidad de aprender”.
González Sánchez aseguró que “en 10 años a pesar de campañas anticonceptivas, no se ha visto ninguna disminución en embarazos, en Irapuato y en Guanajuato casi estamos en la media nacional en porcentaje de mujeres jóvenes embarazadas”.
La petición fue que se involucre Inmira, DIF, Desarrollo Social y vamos a hacer un proyecto, el recurso sería de 500 mil pesos la Federación y 500 mil pesos el Municipio.
“Se iniciaría una campaña en escuelas, y es importante apoyar el programa que trata de salud”, puntualizó la regidora.
Es ‘Mamá Chuy’ una mujer de carácter
María de Jesús Rodríguez Jiménez, de 73 años de edad, más conocida como “Mamá Chuy”, ha sido por más de 30 años mamá de decenas de niños que han pasado por la Villa Infantil.
Mama Chuy llegó sólo por una semana a trabajar en la lavandería de la Villa Infantil, ubicada en la colonia Deportiva Norte y es fecha que no tiene el corazón para abandonar.
“Cuando empecé a ver cómo llegaban los niños me fui encariñando con ellos, llegaba uno de esta forma, llegaba otro de otra forma y todos los problemas que ellos tenían me fueron haciendo que me quedara, había casos mucho muy difíciles”, contó la mujer.
Al ver las sonrisas de los niños, las carencias, la falta de cariño que padecía cada pequeño que llegaba a la Villa, fueron factores que “obligaron” a la mujer a quedarse, a pesar de que tenía 3 hijos en casa, también tenía fuerzas, amor y trabajo interminable que ofrecer a los niños.
“En un principio tenía cuatro que eran los que más me preocupaban, todos ellos tenían mamá, pero como si no la tuvieran; venían por ellos, pero que yo dijera salen de aquí y tienen dónde, pues no, no era así, era donde yo decía ‘¿qué hago?, ¿me salgo?’ Y pues no.
“Después yo empecé a inmiscuirme como encargada, que vete a un donativo, vete para acá, vete para allá, ahora digo ‘¿por qué no me fui en esa semana?’, ahora ya es más difícil para mí, tengo dos nietos encantadores; Daniel e Isaac, mi hijo me dice que ellos también me necesitan, pero les digo ‘ya nomás espérame tantito’”, sonríe “Mamá Chuy”.
La irapuatense no descansa, con pasos aún firmes, zapatos blandos de piso, regala una sonrisa y una llamada de atención a cada uno de los niños de la Villa cuando lo necesitan, trabaja todos los días y a pesar de que puede descansar, ella prefiere no hacerlo, allí hay mucho qué hacer.
“Mama Chuy” ve a todos y cada uno de los niños y adolescentes como sus hijos; los ha visto desde que estaban en el kínder y ahora ya en universidad, otros más aún la visitan, ya con sus propios hijos, cuando van, le agradecen lo que hizo por ellos.
Desde lavarlos, llevarlos al médico cuando lo necesitaban, darles de comer, escucharlos, aprender de cada uno de ellos, escuchar sus historias, sus problemas, a otros tuvo que verlos partir por circunstancias fuera de su alcance.
“Yo les digo a ellos: ‘¡Soy más que su madre por si no lo saben! (sonríe), yo no estoy con ustedes beso y beso a cada rato, pero yo sé en qué forma los quiero’, eso sí, ¡no me los toquen, ahí no, porque ahí salgo como una leona, los defiendo como pueda!” cuenta sentada en una banca amarilla de la Villa Infantil.
Al lado de los niños de la Villa Infantil, “Mamá Chuy” ha pasado momentos bellos y momentos muy difíciles, después de 30 años aún no sabe cuándo se irá, no quiere, pero eso sí, ese día, será de noche, cuando nadie la vea y cuando ella no vea que deja a sus niños.
Trabaja para su familia
“Si trabajamos los dos, podemos tener una mejor vida”, dijo Ma. Consuelo Vázquez Mosqueda, comerciante desde hace 40 años, cuando recuerda estas cuatro décadas luchando para mejorar la situación de su familia.
Al igual que la señora Consuelo, se pueden ver muchas mujeres en los locales, ya sea como dueñas o trabajadoras, en los puestos de comida, en los negocios de ropa y en las de películas.
Haciendo las tortillas, cobrando a los clientes y limpiando el negocio, las mujeres son quienes se encargan del lugar, quienes le ponen alegría a la plaza, en donde se escuchan sus risas, sus pláticas y hasta quienes cantan mientras acomodan la mercancía.
Para la señora Consuelo, lo más satisfactorio de ser comerciante es ver crecer su negocio y lo que más le gusta de ser mujer es poder experimentar este crecimiento desde su postura como madre, esposa y luchadora.
“Empecé vendiendo coronas, flores y luego relojes con mi suegra, por necesidad, trabajábamos todos para poder mantener a la familia, tengo cinco hijos y necesitaba salir a ganar algo de dinero”, recordó.
Antes, cuando vendía flores, trabajaba en el Mercado Hidalgo, pero luego fue una de las comerciantes que tuvieron que migrar a la PCP, desde hace casi 10 años.
“Duré mucho tiempo en el Mercado Hidalgo y luego me vine a la Plaza del Comercio, pusimos un puestito también de relojes y ahora ya vendemos artículos más nuevos, como las bocinas que ahorita todos se llevan, para escuchar música.
“Hace ya 10 años que estamos aquí en la plaza, uno debe echarle ganas para poder vender, para que la gente compre, pero eso es lo bonito, que uno ve que se levanta el negocio, que estamos vendiendo y que nos va bien”, comentó.
Su papel como comerciante debió conjugarse con el de madre, esposa y mujer, para poder ayudar a su familia y a su esposo, buscando también ser independiente y ayudar en la casa.