Una enorme carpa blanca cubrió ayer la tumba del poeta Pablo Neruda en la primera fase del proceso de exhumación de sus restos con el que se pretende dilucidar la duda —que se arrastra por décadas— sobre las causas de su fallecimiento.
La exhumación concluirá hoy con el retiro de sus huesos para ser examinados y determinar si el poeta murió por cáncer de próstata, por envenenamiento o por ambas razones.
Neruda falleció el 23 de septiembre de 1973, 12 días después del golpe militar del dictador Augusto Pinochet y un día antes de que pudiera partir al exilio a México invitado por el entonces presidente mexicano Luis Echeverría.
En medio de las dudas que rodean la muerte del poeta, un hecho es virtualmente seguro: Si Neruda hubiera logrado exiliarse en México, se habría convertido en un prominente opositor a la naciente dictadura del general Augusto Pinochet, 1973-1990, afirmó Gonzalo Martínez, quien fuera embajador mexicano en Chile en la década de 1970, a The Associated Press.
Después de más de una hora en que policías de investigaciones examinaron el lugar acompañados del doctor Patricio Bustos, director del estatal Servicio Médico Legal (SML), y de algunos de los expertos que trabajarán en el caso, una media docena de obreros empezó a levantar una estructura de fierros que sostuvo la lona blanca sobre la tumba, donde desde 1992 yacen en ataúdes separados Neruda y su esposa, Matilde Urrutia, muerta en 1985.
Ambos fueron trasladados desde sus respectivos nichos en el cementerio general de Santiago.
Según explicó Bustos a la AP, la carpa no busca ocultar los trabajos del público ni de la prensa, sino evitar contaminaciones que puedan alterar los resultados de los diversos exámenes.

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