l ferrocarril jugó una papel importante en la modernización de México, en tiempos de Porfirio Díaz; pero a la vez fungió como el elemento más usado por los revolucionarios para vencer al dictador
En esa época, la lucha armada y el ferrocarril fueron elementos inseparables: en máquinas viajaron con una rapidez inaudita para los mexicanos de aquel tiempo federales y revolucionarios, los dos grupos en choque.
El tren fue sinónimo de combate, un escenario de conspiraciones y estrategias, una herramienta útil para tomar una ciudad o dejarla incomunicada.
Muchas vías férreas fueron dinamitadas o encadenadas para provocar descarrilamientos, y los ferrocarriles eran asaltados por jinetes armados que gritaban “”¡Viva la Revolución! ¡Muera el mal Gobierno!’’.
Paradójicamente, el sistema ferroviario fue, también, un elemento primordial en la política de modernidad del presidente Porfirio Díaz.
“Antes del Porfiriato, el ferrocarril en el País era prácticamente inexistente’’, señaló José Reséndiz Balderas.
El investigador en historia y catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL comentó que en 1850, Inglaterra poseía ya 10 mil kilómetros de vía férrea; Estados Unidos, 14 mil; Alemania, 5 mil; y Francia, 3 mil 600.
“En esa época, México tenía sólo 12 kilómetros de vía para ferrocarril, esto significaba un gran retraso, sobre todo, para su comercio interior y exterior.
“Las mercancías en el País se transportaban en carretones, formando una especie de tren, tirados por bestias’’, dijo.
Ferrocarril y cacicazgo
El rezago en materia de comunicaciones y transporte provocó el aislamiento de muchas zonas del territorio nacional fortaleciéndose así el cacicazgo y los grupos económicos regionales, dijo Reséndiz Balderas.
“La introducción del ferrocarril en México por parte de compañías extranjeras’’, señaló, “permitió el debilitamiento de los caciques frente al Gobierno central; el resultado fue la concentración del poder en un solo hombre: Porfirio Díaz.
“La política general del presidente Díaz fue el modernizar al País en base a la inversión extranjera que llegó, fundamentalmente de EU, Inglaterra, Francia y Alemania’’.
La llegada del capital extranjero se facilitó porque en esos momentos el capitalismo se encontraba en el inicio de su fase superior o imperialista.
El capital extranjero en México fue invertido, fundamentalmente, en la creación de vías y explotación de minerales.
“Con Díaz no existieron leyes que regularan las inversiones extranjeras, por lo tanto, se podía invertir un 100% de capital extranjero. En ese tiempo, los empresarios mexicanos no tenían capital para grandes inversiones’’, dijo Reséndiz Balderas.
En 1873, el ferrocarril se empezó a emplear como transporte de mineral. En 1880 ya existían en el País mil 100 kilómetros de vías férreas, y para 1910 el número aumentó a 19 mil.
“Las líneas ferroviarias y sus ramales, la gran mayoría, conectaban los centros mineros y algodoneros mexicanos con EU’.
“Esto no es raro; EU fue el que más invirtió en los primeros ferrocarriles. Del total de las inversiones extranjeras, casi la mitad fue para ferrocarriles y gran parte de ese capital, norteamericano’’.
Díaz supo aprovechar el tren, no sólo para acortar distancias en beneficio del comercio, sino para movilizar sus tropas hacia las regiones donde empezaron a surgir rebeliones civiles.
“Uno de los primeros enfrentamientos’’, comentó, “fue con las tribus yaquis, quienes lucharon por recuperar sus tierras, expropiadas por una compañía deslindadora extranjera’’.
Tren cargado de Revolución
Factores importantes para que se diera la llamada paz porfirista, de 1876 a 1910, fue la presencia de las tropas militares en los estados y su rápida movilización.
Pero los revolucionarios aprovecharon también al ferrocarril.
“La toma de Ciudad Juárez en 1911’, se basó en una estrategia militar de Francisco Villa”, señaló Reséndiz Balderas.
Los revolucionarios tenían una ventaja sobre los federales, mientras ellos podían movilizarse con o sin ferrocarril, a los soldados se les dificultaba emprender el ataque sin el apoyo del tren militar.
Bando que tuviera el dominio de una línea ferroviaria, tenía el control de una región.
“El objetivo era usar el ferrocarril o evitar su uso por parte del enemigo’’, dijo.
Después de la Revolución, se calcula que el 40% de los tendidos ferroviarios quedaron en completa destrucción.
“Esto significó para los gobiernos posrrevolucionarios un esfuerzo considerable en la reconstrucción, y de nuevo se hizo un llamado a la inversión extranjera y al capital financiero’’.
La Coyotada, cuna de un héroe
La Coyotada, pequeña comunidad ubicada en el poblado de Río Grande, en San Juan del Río en Durango, es la tierra donde por primera vez viera la luz Francisco Villa, héroe de la Revolución Mexicana.
La casa donde nació Doroteo Arango, se encuentra actualmente convertida en un museo al que acuden turistas, pero sigue siendo una humilde construcción de adobe.
La Coyotada casi ha desaparecido, ya que solamente viven 14 habitantes que ocupan tres pequeñas casas de adobe, señala Donato Güereca Violante, vigilante del museo en honor a Francisco Villa.
La Coyotada, prácticamente sobrevive gracias al héroe de la Revolución. A un lado de la casa se erigió un monumento de varios metros de alto en su memoria, y al frente se ubica un museo, en el cual únicamente se pueden apreciar fotografías.
“Son pocos los que vienen en el transcurso del año, pero para el mes de junio, día de su nacimiento y para el 20 de junio, día de su muerte, viene mucha gente”, dijo Güereca.
La casa de La Coyotada se ha intentado convertir en museo, pero en realidad son muy pocas las cosas que pertenecieron al llamado Centauro del Norte.
Villa ha sido el único invasor de EU, el Gobierno de aquel País otorgaba una recompensa de 5 mil dólares por entregarlo vivo o muerto.