Si al primer intento el bebé les hizo pucheros a las verduras, hay que seguir insistiendo para que adquiera el gusto por su sabor y que en un futuro sean parte de su dieta diaria.
Es normal que después de alimentarse con leche durante cuatro meses rechace los primeros sólidos, sobre todo si es una papilla de vegetales.
“En esta primera etapa (de 4 a 6 meses) se puede empezar con verduras, frutas y cereales de textura suave, y si no le gusta la calabaza, por ejemplo, la mamá no debe rendirse, hay que incluirla en las próximas etapas”, recomienda Pilar Muñoz Martín, nutrióloga certificada por The Zone Inflammation Research Foundation.
Para que el cambio no sea tan drástico se sugiere que se vayan incorporando los alimentos cuatro días antes de que se le empiece a retirar la leche.
“Sustituyes una toma de leche por una papilla de verduras, o una de fruta o un cereal, pero no los tres al mismo tiempo, para que vaya conociendo los sabores”, agrega la también educadora en diabetes.
Otra recomendación es checar cada que se le dé un nuevo alimento, si no es alérgico o no lo tolera.
Una buena opción de menú es un plátano como desayuno, la calabaza al mediodía y arroz para la cena, pero nunca combinar los tres productos, además de cambiarlos a los tres o cinco días.
“La cantidad de los alimentos la va a determinar el médico, pero la edad cronológica no influye tanto como la fisiológica. Cada bebé madura de forma diferente y se basa en el peso, estatura, desarrollo, actividad y apetito. Si ya no quiere, no hay que forzarlo a comer más”, indica.
En la segunda etapa, que abarca de los 6 a los 7 meses, el pequeño empieza a conocer y explorar las texturas, por eso es importante que coma con las manos, en lugar de darle cucharaditas.
“En ocasiones puede haber un rechazo, porque no le gusta cómo se sienten y es recomendable hacerle una crema de brócoli o elegir verduras crujientes, como apio o zanahoria, para que se vaya familiarizando con los sabores.
“Es un mito que no le gusten las verduras, el bebé no trae un chip que diga: ‘no me gusta el brócoli'”, explica.
También en esta etapa se pueden incluir productos de origen animal y mezclar la carne con una verdura en puré, y aprovechar para incluir más vegetales, incluso los que antes le disgustaban.
En la tercera etapa (de 8 a 12 meses) le empiezan a salir los dientes y se sugiere que los alimentos estén bien picados o que sean de una textura más firme, para que aprenda a masticar.
Entre los 2 y 4 años ya puede sentarse a la mesa, porque esta fase también es crucial para el rechazo o aceptación de la comida en un futuro.
Acostumbrarlo a las verduras
Si al primer intento el bebé les hizo pucheros a las verduras, hay que seguir insistiendo para que adquiera el gusto por su sabor.