La diabetes tipo 1 es una de las enfermedades crónicas más frecuentes en la infancia y la juventud. Este padecimiento se caracteriza por una alteración de la asimilación de carbohidratos, proteínas y grasas, debida a la incapacidad del organismo para producir insulina, sustancia encargada del almacenamiento y utilización de los nutrientes del cuerpo. Como resultado, el nivel de glucosa en sangre aumenta.
Cuando uno de nuestros hijos tiene este problema y es diagnosticado con diabetes, siempre resulta traumático. Sabemos que la diabetes es una enfermedad crónica cuya curación todavía no está tan cercana como quisiéramos. Así, en este panorama, el futuro se vuelve incierto y además de los prejuicios sobre el tratamiento con insulina, preocupa la posibilidad de complicaciones futuras. También nos preguntamos si será posible que el menor diabético tenga una vida completa por tener diabetes y estos pensamientos con sus preocupaciones, rondan por la cabeza y aunque son desagradables representan una respuesta emocional perfectamente normal en estas situaciones.
Cuando no sabemos cómo enfrentar una situación cualquiera siempre sentimos ansiedad, cuando un hijo experimenta cualquier problema, como esta condición, se convierte en un factor de estrés y preocupación para toda la familia, especialmente al principio, hasta que se aprende sobre la enfermedad y cómo controlarla.
Gradualmente se asimila cómo controlar aquello que, al principio, parecía tan amenazante sin que  genere tristeza o ansiedad constantes, aunque si esto no ocurre y usted se siente inundado de sentimientos de incapacidad para resolver los conflictos que la llegada de la diabetes ha producido a su familia, no dude en pedir ayuda a un psiquiatra o un psicólogo con experiencia en diabetes.

Los cuidados
Desde el punto de vista físico, el objetivo central es mantener los niveles de glucosa en sangre dentro de los límites de lo normal y así evitar o demorar la aparición de graves complicaciones de la diabetes. Las personas con diabetes o los responsables de su cuidado, como en el caso de los niños y jóvenes, deben llevar a cabo un complicado y riguroso régimen de tratamiento.
Los componentes básicos del tratamiento de la diabetes en niños y adolescentes incluyen las inyecciones de insulina, un plan nutricional adecuado, el ejercicio físico regular, el cuidado de los pies y los exámenes frecuentes de los niveles de glucosa en sangre. Cumplir estas rutinas no resulta fácil por la cantidad de cuidados a realizar.
Por estos requerimientos, no resulta sorprendente encontrar que un porcentaje importante de niños, adolescentes y también sus padres experimentan un grado significativo de desbordamiento emocional, sobre todo al principio, al enfrentar los quehaceres para el control de la enfermedad.

Corresponsabilidad
En este proceso, son múltiples las posibles situaciones estresantes en la vida cotidiana marcada por la diabetes; esto va desde la preocupación de los padres ante la posibilidad de hipoglucemias de sus hijos, que es más notoria cuando se trata de niños muy pequeños, por sus limitaciones para informar sobre sus síntomas, hasta la presión soportada por un adolescente que tiene que hacer frente a determinadas “tentaciones” y actitudes rebeldes propias de su edad y que pueden hacer peligrar la continuidad de su tratamiento.
A todo ello se une el hecho de que, como cualquier afectado por una enfermedad crónica, el objetivo del control metabólico de la diabetes debe hacerse al tiempo que se garantice una calidad de vida adecuada y procurar que el bienestar emocional y el ajuste psicosocial del niño o adolescente no se vean lastimados.
Así, es imprescindible evitar modelos de educación basadas en la sobreprotección parental y fomentar una responsabilidad compartida en el cuidado de la diabetes, que promueva la autonomía gradual del niño o joven en su propio cuidado, pero con el apoyo constante por parte de la familia.
De este modo y ya que la diabetes estará presente en la vida de niños y adolescentes, de forma permanente, es necesario proporcionarles la ayuda psicológica necesaria para que sean capaces de hacer frente al cuidado cotidiano que la enfermedad exige, por lo que la incorporación de los aspectos emocionales en el tratamiento resulta ineludible, si queremos conseguir que los niños y adolescentes con diabetes disfruten de una buena calidad de vida.
*El autor es psiquiatra y psicoanalista.
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Alertas
Se aconseja acudir con un especialista en salud mental cuando el niño o joven diabético manifieste:
-Ansiedad
-Tristeza
-Síntomas psicosomáticos, como dolor de cabeza o de estómago
-Dificultades en el rendimiento escolar con falta de atención y pobre concentración
-Irritabilidad 
-Aislamiento social
-Intolerancia a la frustración
-Sentimientos de baja autoestima
-Ideas de muerte
-Quejas continuas de aburrimiento
-Pérdida de interés

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