Pocos leoneses le cantan a su ciudad, menos le dedican poemas. Uno de ellos era Marcos F. Aguayo Durán, quien adoraba su León y escribía en los primeros años de AM una columna llamada “Urbe”. Para comprender de verdad algo hay que amarlo. No basta un cajón, un disco duro o una nube llena de informaciones, datos y estadísticas. Para entender la naturaleza de una ciudad, hay que vivirla de la mano y en la palabra de sus habitantes.
Cada 20 de enero, vale la pena reflexionar sobre nuestra amada ciudad. Celebrar su cumpleaños significa decir que estamos aquí, que la disfrutamos, sufrimos y vivimos, que tratamos de entender su naturaleza e historia.
Uno de los fenómenos importantes es su crecimiento. En la década de los 60, cuando asistíamos a la primaria, la maestra dijo que ya habíamos llegado a 250 mil habitantes. Un cuarto de millón. Era un pueblo que comenzaba en la Calzada y terminaba en el Parque Hidalgo de oriente a poniente; arrancaba en la estación del tren y acababa en el Coecillo de sur a norte.
Pinto sus linderos de antes para regresar al presente con su millón 750 mil habitantes y 22 mil hectáreas urbanas. Números que no dicen mucho hasta que medimos logros y fracasos, problemas y esperanzas. La última sorpresa fueron los datos del Coneval, institución que mide la efectividad de los recursos públicos en la erradicación de la pobreza. La mitad de los leoneses (nacidos y emigrados), son pobres y un 10% viven en extrema pobreza.
Otras ciudades de Guanajuato que creíamos en situación más difícil cómo Irapuato o Celaya, tienen menor desigualdad. ¿Por qué la urbe se expandió con más de 300 asentamientos irregulares?, ¿por qué no avanzó como Monterrey o Querétaro?, ¿por qué no vive en paz como Mérida o San Pedro Garza García?
No lo entendemos del todo aunque tengamos atisbos de su complejidad y del hilo que nos puede sacar del laberinto. Después de 43 años de hacer periodismo sobre todos los temas medulares, seguimos perdidos como lo están otras instituciones que estudian el desarrollo social y económico. El maestro Aguayo Durán estaba más seguro que nosotros cuando decía: “eres y serás fuente de confianzas”.
Ahora nos sentimos expulsados del Edén, de cierta infancia e inocencia donde todo era más sencillo y seguro porque andábamos, con fe, el camino hacia el futuro.
León surgió rebelde y autónomo con el sinarquismo aplastado en el crímen del 2 de enero de 1946. Desde entonces luchó por independizarse de la hegemonía central, del gobierno de partido único. La historia reciente dice que de aquí surgió la verdadera Cuarta Transformación con la conquista de la democracia nacional. Con todos sus haberes y deberes, un leonés (aunque se hacía pasar por franciscano), logró la alternancia sin derramar una gota de sangre. Sí, Vicente Fox y el PAN local inauguraron la etapa que vivimos. Esta que hoy está amenazada desde el mismo poder central, desde el gobierno unipersonal al que veíamos derrotado para siempre.
Pero, como dice nuestro lema, con trabajo todo venceremos.