Jaime Rodríguez, “El Bronco”, fue detenido y encarcelado por presuntos delitos electorales, lavado de dinero y otras investigaciones y acusaciones en Nuevo León. Su sucesor, Samuel García, el joven abogado de 34 años, armó el caso que ya había denunciado hace más de tres años en el proceso electoral en el que compitió “El Bronco”.

La decisión audaz e impetuosa de castigar presunta corrupción en el desvío de recursos del estado causó sorpresa entre la adormilada clase política a la que podemos llamarle: “club de la impunidad”. En un tuit, el ex presidente Vicente Fox recomendó prudencia al gobernante. García declaró que en Nuevo León su mandato sería incorruptible.

Tenemos dos visiones distintas de la realidad: el político experimentado que hace recomendaciones al final del camino y la enjundia de un gobernante que pretende limpiar de corrupción a su estado y marcar una diferencia.

El “no meterse entre las patas de los caballos” es una advertencia campirana que explica peligro inminente ante una imprudencia. Samuel corre riesgos si las acusaciones son falsas, si hay errores en el proceso o si despierta intereses económicos graves. Cuando era candidato lo acusaron de tener un exceso de gasto y el propio Jaime Rodríguez señaló a su padre de ser uno de los factureros más grandes del país. Los fierros estaban echados en la lumbre desde hace tiempo.

El problema es que los opositores que llegan a la alternancia se unen al “club de la impunidad”.  Después de Ernesto Zedillo nadie se ha metido bajo las patas de los caballos como él, cuando su fiscal encarceló a Raúl Salinas de Gortari, hermano y testaferro de su hermano Carlos. Cuando llegó la alternancia la promesa era acabar con la corrupción, “atrapar los peces gordos” y cambiar al país sin odio ni violencia. Nada sucedió. Ninguno de los presidentes anteriores, incluído el actual, se atrevió a terminar con la impunidad. Los escándalos se sucedieron y sólo cuando el descaro llegaba a límites intolerables, los mandatarios actuaron. Javier Duarte de Veracruz está en la cárcel como exponente máximo del cinismo y el latrocinio. Decenas de gobernadores que se enriquecieron siguen en la impunidad.

La justicia es y ha sido selectiva, vengativa y de poca envergadura. Emilio Lozoya está en la cárcel pero Enrique Peña Nieto goza de impunidad; Rosario Robles paga cuentas por una estafa en la que participaron decenas de funcionarios públicos. Incluso ex gobernadores como Claudia Pavlovich, acusada de serios desfalcos, es invitada al “club de la impunidad” con un cómodo consulado en Barcelona. Las prebendas y los grandes contratos siguen los pasos de antes.

Si Samuel García y su fiscal demuestran que se puede combatir la impunidad en Nuevo León con acusaciones sólidas, el joven gobernante cumplirá la promesa incumplida de todos los partidos y todos los presidentes después de Zedillo. 

Nuevo León es un estado de avanzada, con una prensa libre, dispuesta a celebrar un cambio real. Miguel Treviño, alcalde independiente de San Pedro Garza García es un ejemplo de los frutos que tiene una sociedad gobernada gracias a un hombre y un ayuntamiento decentes.

Hoy todos los viejos comentaristas en la prensa y los políticos “experimentados”  le dicen a Samuel: cuidado. Claro que debe tener cuidado pero de parecerse al viejo sistema que sólo cambia para que todo siga igual. Esperemos que sepa domar y amarrar a los caballos más broncos, y dé muestra de que en México puede haber gobernantes que no quieren pertenecer al “club de la impunidad”.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *