En apenas dos semanas, la oposición supo que tiene la oportunidad real de ganar el 2024 si permanece unida. La primera noticia la tuvo cuando la consulta popular de revocación de mandato no encontró más que 15 millones de votantes a favor de López Obrador. La mitad de lo que obtuvo en la elección de 2018.

Morena apostó a que podría convencer a un puñado de priístas para que votara por la contrarreforma eléctrica y así lograr la mayoría calificada. Existía el temor en la Alianza por México de una traición masiva por temor o por intereses. No sucedió. 

El partido en el poder perdió (por ausencia de votantes) hace 8 días. Perdió ayer. La oposición enfrentó las amenazas de bloqueo en San Lázaro con su presencia anticipada, primero el martes 12 y luego el sábado 16. Se hospedaron en sus oficinas y mostraron la unidad que no veíamos desde la elección del 2021. 

Mientras escribo estas líneas en el Congreso hay un verdadero circo. Discursos van y vienen pero el resultado de la votación no cambiará: la oposición impedirá que la ley Bartlett pase. Las diputadas y los diputados de todas las fracciones conocen el resultado, el Presidente también. 

La retórica no resolverá nada y la ley establecida en 2013 por el Congreso en mayoría calificada permanecerá. La oposición comprende que puede lograr mucho si mantiene la unidad. A partir de hoy, inicia una nueva historia. Comienza la carrera por la candidatura presidencial. Mientras los morenistas aceptan el dedazo presidencial, como en los mejores tiempos del PRI, a favor de Claudia Sheinbaum a sabiendas que será una candidata débil. 

La oposición encontrará su fortaleza con varias opciones que presentará al electorado a manera de elección primaria. Pudieran ser 6 o 12 precandidatos. En contra de lo que muchos dicen, le sobran buenos candidatos, con tantas o mayores posibilidades que Sheinbaum. La lista es grande: De la Madrid, Anaya, Creel, Romero Hicks, Zavala, Gálvez, Téllez y quien sería el mejor presidente de la historia de México: José Antonio Meade. 

Detrás de la retórica de los partidos hay realidades que no entienden o no quieren comprender quienes proponen estatizar la energía eléctrica. El partido en el poder debería rezar para que Alemania y Europa no dejen de comprar gas y petróleo a Rusia. La electricidad del país depende de la importación de gas de Texas. La gente puede pensar que el gas lo importamos para nuestras cocinas y calentadores, pero la realidad es que lo utilizamos para producir energía eléctrica en las plantas de la CFE y de particulares. 

Si los alemanes y europeos deciden perder 200 mil millones de euros al cortar el suministro de gas y petróleo ruso, Estados Unidos tendría la responsabilidad solidaria de abastecer sus necesidades. Olvidemos precios del gas al doble de lo que pagamos antes de la guerra. Nuestra factura podría ir a cuatro veces el precio anterior. Imposible que el gobierno estuviera en posibilidades de subsidiar la gasolina, el gas y la electricidad. 

La paradoja es que el bloqueo de la ley Bartlett ayudará a que el gobierno de López Obrador pueda librar la inflación provocada por la guerra en Ucrania. Al final de esta columna escucho a María Josefina Gamboa Torales de Acción Nacional. Llama la atención que se refiere a Bartlett como el responsable del asesinato del agente norteamericano de la DEA, Kiki Camarena. 

Celebremos la libertad. Sin oposición no hay democracia. 

 

 

 

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