Nuestra narcosis natural nocturna, en la que nos sumergimos en sueños que parecen reales, algunos incluso con tintes premonitorios y que van desde irrealidades de beneplácito o aterradores despertares, son conducidas por Morfeo, el dios del sueño según la mitología griega.
Este hijo de Hipnos, tenía como misión el crear sueños y a través de ellos entregar mensajes de los dioses. Según cuenta su leyenda, era increíble su capacidad de recorrer el mundo una y otra vez con sus poderosas alas, sin detenerse nunca al fabricar fantasías para los seres humanos. Incluso, si alguien tenía algún problema para dejarse mecer entre sus brazos, esta deidad era sumamente seductora y hacía casi imposible resistirse a su llamado al mundo onírico. Se narra cómo conducía a los seres humanos a su morada, la cual era una cueva rodeada de amapolas con las que tocaba la frente de los invitados para sumergirlos en un sueño profundo, teniendo por un extremo la entrada a placenteros sueños y por el otro la salida a tenebrosas pesadillas.
Pues bien, esta última parte pareciera ser la que apremia en los últimos años, en los que un opioide sintético, el fentanilo, 100 veces más poderoso que la morfina (entiéndase el origen del nombre de este fármaco con la historia anterior) está causando estragos en multitud de regiones del mundo, siendo uno de los principales contribuyentes a muertes relacionadas con sobredosis a nivel internacional.
Si bien su desarrollo fue intencionado para tratar el dolor severo, en especial en pacientes sometidos a procedimientos invasivos de gran magnitud o para tratamiento del dolor originado por el cáncer, se derivó su uso ilícito por los efectos de alta potencia similares a los de la heroína, con una característica de mayor propensión a la adicción y por ende mayor peligrosidad en su utilización.
Hay que entender también que el fentanilo que se consume asociado a esta nueva avanzada de casos de sobredosis y mortalidad, es el fabricado de manera ilegal en laboratorios apócrifos. Traficado en multitud de presentaciones y mezclado con otros narcóticos (cocaína, metanfetaminas, MDMA, por ejemplo) lo han hecho una “opción” más económica y de mayor potencia que lo consumido habitualmente. Sin embargo, esto resulta especialmente peligroso, puesto que las personas consumidoras no saben que este agregado está presente o en qué proporción se encuentra y por ello la mayor propensión a una sobredosis.
Considerado ya una tragedia de salud pública en Estados Unidos, por la alta mortalidad que ha originado (en especial en población joven) es de hacer notar que la diseminación y uso de este narcótico está tocando a nuestras puertas y cada día hay una mayor utilización en la población mexicana.
Ahora bien, ¿por qué es importante estar al tanto de la situación de consumo de este fármaco, hablando de su impacto potencial en la salud pública? Es fundamental comprender que estamos frente a un problema sustancial y derivado de ello se deben diseñar e implementar políticas públicas para la prevención del consumo y tratamiento de las adicciones, tomando en consideración la educación para los usuarios y personal de salud, que permita estar atentos y vigilantes a sobredosis y uso de medicamentos de reversión como la naloxona, y de igual manera para paliar los efectos asociados al estado de salud de los usuarios y tomar en cuenta también el impacto social, económico, familiar y laboral que impera en aquellos dependientes de estos fármacos, por su acción específica a nivel de sistema nervioso.
No es tema menor y es importante aprender de la experiencia actual de nuestro vecino del norte, puesto que es una realidad que el consumo crece en nuestro país. Las acciones de planeación y prevención siempre serán de mayor eficacia que actuar de manera reactiva. Evitemos ser víctimas de sueños rotos y pesadillas. Actuemos ahora.

***Médico Patólogo Clínico. Especialista en Medicina de Laboratorio y Medicina Transfusional, profesor de especialidad y promotor de la donación altruista de sangre   
 

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