El momento para construir una candidatura de la oposición llegó. El país tiene sólo dos caminos: el de Morena y el de una oposición unida con un sólo candidato. El país no tiene más alternativas. El problema de Morena es su unidad. Tiene tres candidatos posibles pero sólo uno viable. Sabemos que es Marcelo Ebrard.
En la oposición no hay nada definido porque los partidos no tienen candidato y viven una crisis de liderazgo. La oportunidad está en la suma de fuerzas individuales, en la construcción de un proyecto común. Si los partidos no pueden, el camino está en la suma de voluntades de los aspirantes.
Como en otros tiempos, hay una mayoría de gobernadores de Morena que operan a favor del candidato del presidente, sin embargo el desgaste político crece con el problema de la violencia, la inflación y las promesas incumplidas del sexenio. No hemos crecido, la carestía se come el ingreso de la mayoría y, con todo y apoyos y subsidios, las familias están en peores condiciones que cuando inició el sexenio en diciembre del 2018.
La fórmula sería un acuerdo entre precandidatos opositores más allá de los partidos. No hay de otra. No importan Alejandro (Alito) Moreno del PRI ni Marko Cortés del PAN; no importan las siglas de los partidos sino la construcción de un proyecto común.
Si Enrique de la Madrid, Lilly Téllez, Xóchil Gálvez, Juan Carlos Romero Hicks, Luis Donaldo Colosio y varios aspirantes más de la oposición se unieran para discutir el futuro del país, podrían competir. Sólo tomando la iniciativa plural pueden competir.
Nadie puede ocultar los graves problemas del presente: inseguridad, salud pública, crecimiento y estabilidad económica. Ninguna dádiva asistencial supera las carencias que provoca una mala administración. Ningún discurso mañanero logrará, al final del sexenio, reparar la división que tanto daña al espíritu nacional.
La tragedia del asesinato de los sacerdotes jesuitas en Chihuahua marcará un antes y un después. Al igual que el asesinato de los 43 estudiantes en Guerrero durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, vivimos tiempos de zozobra porque no hay un estado de derecho que garantice la paz y tranquilidad. Amplios territorios del país (más del 35%), viven sin el amparo de la ley. Más allá de lo que argumente la Federación, los 121 mil asesinatos dolosos en apenas 43 meses de gobierno son muestra de que la estrategia de “abrazos y no balazos” no funciona. Privan el desamparo y la impunidad.
Tampoco veremos frutos de los tres proyectos bandera de López Obrador: el aeropuerto Felipe Ángeles, el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas. Menos del Insabi y otras ocurrencias que destruyeron la atención de la salud pública.
Ante la narrativa de que la oposición no puede y le faltan líderes para encabezar una competencia reñida, está la idea superior de la unidad frente a la división, el imperio de la ley frente a la anarquía y el rescate de las instituciones como único camino futuro. No hay que subestimar el poder de la razón y la fuerza de una mayoría que puede construirse a partir de un ejercicio democrático de selección de candidato. El PRI subestimó a Vicente Fox en 2000, el PAN fracasó después de dos sexenios sin cambios verdaderos. Nadie puede predecir la votación en 2024 aunque sea Morena quien tenga el control del aparato gubernamental.
El primer paso para crear una fuerza opositora verdadera es la unidad de todos los candidatos de oposición en la búsqueda de un proyecto común, distinto al que hemos vivido en la regresión política de los últimos tiempos. Nada es imposible.
MUCHAS GRACIAS al amable lector que hace una corrección a la columna publicada ayer. El autor del verso de La Fauna es Rafael Fuentes Orduña.