En encuesta reciente del Financiero, realizada entre el 17 y 19 de junio, se acusa la pronunciada ventaja de Morena sobre el PRI y el PAN y lo que queda del PRD. Como sea que se contraste, con alianza, sin alianza, con candidato o sin candidato, parece cada vez más distante la posibilidad de que algún partido o bloque supere a Morena en las elecciones del 2024.
De las corcholatas, Marcelo Ebrard va de puntero con un 49%. De parte de la oposición, la figura mejor evaluada es la de Luis Donaldo Colosio Riojas, con 31%, seguido por Enrique de la Madrid. El excandidato presidencial Ricardo Anaya se caracteriza por sus negativos, 54% de rechazo e imagen de deshonesto. Pareciera que Morena va caminando solo…
Uno de los valiosos cuadros del PAN, el senador Damián Zepeda, que se caracteriza por su claridad de pensamiento, insiste en que la dirigencia del PAN no se debe autoengañar con declaraciones triunfalistas sobre las recientes elecciones para gobernadores en seis estados: “Nos fue muy mal, debemos reconocerlo, para corregir y enderezar el barco. La Alianza PRI-PAN no está sirviendo para nada, esto no funciona. La manera de ser competitivos rumbo al 2024 es reforzando nuestra propia identidad, regresar a nuestros orígenes y generar esperanza”. Aunque Enrique de la Madrid dice que: “La propuesta no es volver a ser lo que eran en el 2018, porque la gente votó en contra de eso”. Pero entonces, ¿quiénes son y serán en el 2024?
Además, a lo anterior habría que agregarle que el dueto de Alito y Markito, uncidos con una alianza impuesta por Gustavo de Hoyos de Coparmex y Claudio X González del club de empresarios, es un híbrido que no se ayunta ni convence a propios ni a extraños. Estos empresarios nunca se han empolvado los zapatos, electoralmente no sacan un buey de la barranca.
Pero aún hay más: Alito Moreno no suma, sino que resta, tiene pasado, pero no tiene futuro, su imagen está salpicada de trapacerías, es impresentable: un activo que proviene de pasivos, depreciado y tóxico, que no lo quieren ni en el PRI. Pero, entonces, ¿por qué el buen Markito lo cobija e insiste en apoyarlo? ¿Quién es lazarillo de quién…? En la tierra de los ciegos, el tuerto es el rey.
Alito tiene una visión surrealista de México, sintetizada en los dictados espasmódicos del deseo, sin la intervención reguladora de la razón, ajena a toda preocupación estética o moral: Quiere ser Presidente de la República. Su mejor y sesuda propuesta es: “Armar con grueso calibre a los mexicanos para que maten malhechores”. Es decir, dar al ciudadano el monopolio de la violencia que le pertenece al Estado. Todos los partidos rechazaron su fútil ocurrencia
A la sazón, ex gobernadores, ex presidentes del CEN del PRI, le exigen que ya deje la presidencia del partido, de la que se sirvió con cuchara grande para ofrecer prebendas y beneficios a su exclusivo círculo rojo. Enrique de la Madrid le pide, de manera sutil y elegante, que sea lo suficientemente honesto para tener la humildad de reconocer que ya dejó de servir al PRI y a México.
Es urgente que los partidos enfrenten la realidad monda y lironda, y salgan ya de la etapa de negación en la que los dejó el shock después de la derrota. Deben estar preocupados y ocupados de hacerse con un candidato de valía, porque Morena se les está yendo solo.
Necesitan el “hombre carismático, con buenas ideas y mejores propuestas,” que logre llegar al corazón y a la razón de los mexicanos. La crítica sistemática y pendenciera no le ha sumado nada a la oposición y no le ha hecho ni mella a Morena. El candidato ideal debe generar confianza y poder conjugar el pretérito y el presente en un solo tiempo: futuro. Y, desde luego, que abone al prestigio de los partidos de la Alianza… El carisma puede cambiar el mundo. ¡Esperanza es la palabra clave!
Por desgracia, en la carrera contra el tiempo para esponjar la masa de la alianza PAN,PRI y PRD, nadie habla ya de los principios de sus partidos, perdieron identidad, postulados y doctrina. En esta vorágine por el poder, nadie apuesta ya por sus propios emblemas y principios, ya nada los diferencia entre sí. Su esperanza es que el partido de Dante Delgado, Movimiento Ciudadano, finalmente sea la levadura de la masa del PAN.
Pero Dante es un viejo zorro al que no van a engatusar. No quiere que contaminen a Movimiento Ciudadano los partidos de siempre, ni se difumine en el amasijo. No pretende ayudar; al contrario, quiere que estos se desfonden en el 2024, para así ubicar a su partido como la segunda fuerza política en México, después de Morena. Y todo esto calculado para ganar la presidencia en el 2030, con alguno de sus candidatos jóvenes, ya más consolidados. Ya para entonces, podría ser que Morena haya sufrido el desgaste natural del ejercicio del poder; y Andrés Manuel, seguramente ya estará cansado y le pesarán los años…
Como balde de agua fría cayeron a los aliancistas las declaraciones del zorruno Dante: “No inviten a Movimiento Ciudadano a subirse al Titanic porque se está hundiendo”. Continúa: “Lo tenemos que decir con todas sus palabras, frente a quienes imploran que Movimiento Ciudadano se sume a un proyecto fracasado”.
Los aliancistas enmudecieron, pero Gustavo de Hoyos, de Coparmex, que también quiere ser Presidente, pidió a Dante preservar “un puente” con la Alianza y “no dinamitarlo.”
“La planificación a largo plazo no se ocupa de las decisiones futuras sino del futuro con las decisiones actuales”: Peter Drucke.
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