Pasaron los días inmediatos al dolor por la muerte de Morita y el Gallo en la Tarahumara, y a diario sabemos de más historias de horror en este México que sigue rompiendo récord de asesinatos violentos. Guanajuato sigue estando entre los cinco primeros estados en las estadísticas -y aunque sabemos que el origen de todo este drama es la desigualdad social-, no hay algo que pueda detener la barbarie. Frente a la realidad de un México tan desigual, solo está la posibilidad de leyes más justas y la acción conjunta de todos los actores para que juntos, podamos repartir mejor la riqueza.
La respuesta del Presidente AMLO fue terrible, triste, de vergüenza: asegurar que la Iglesia y los jesuitas eran parte de las agresiones a su gobierno. Ni los más fieles seguidores de Andrés Manuel tuvieron argumentos para defenderlo. En su estrategia de ignorar la realidad y desviar la atención, se enfrentó con insultos y descalificaciones a la Iglesia y a los jesuitas. Esta semana, por fin, le bajó a sus agresiones y afirmó que eran estos nuevos supuestos adversarios quienes habían cambiado de discurso al convocar a una Jornada de Oración por la Paz.
La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México y la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús convocaron este lunes a la Jornada de Oración por la Paz ante los asesinatos y desapariciones que todos los días se cometen en México. Así de directos como fueron en la crítica a la política de “abrazos no balazos” del Presidente AMLO, en su comunicado, las tres representaciones señalaron que todos “necesitamos estar unidos en este momento en que la indignación de nuestro pueblo, ante la barbarie de la violencia, no está abriendo una puerta para la paz”. Así como lo decía el Payo Ávila: “no nos alcanzan los abrazos ante tantos balazos”.
En este México donde todavía el 78% nos declaramos católicos, el ataque del Presidente hacia la Iglesia, fue en opinión, torpe e innecesario. La Iglesia, que representa a una gran cantidad de obras que hacen reconstrucción del tejido social donde el gobierno no atiende, tomó la decisión de convocar a una jornada y dejar de lado el enfrentamiento con una persona tan terca y sorda como AMLO, para convocar a lo que se considera una acción eficaz en el terreno de la religión: la oración. Y si bien, incluso dentro del catolicismo, se puede pensar que “no basta rezar”, la realidad es que, en el terreno de lo práctico, el catolicismo optó por evitar la confrontación.
Es cierto que necesitamos que el Gobierno federal haga un cambio en su estrategia de seguridad en el país. Caminar de la mano del crimen organizado, darle tanto poder y dinero a las fuerzas armadas y renunciar al uso legítimo de la fuerza, nos ha llevado a un control “de facto” de la vida nacional por un hombre que arriesgó el futuro del País en tolerancia con el enorme poder del narcotráfico. Tenemos hoy a generaciones de niños y jóvenes en las clases populares que siguen creyendo que las actividades ilícitas son un medio factible de tener un mucho mejor ingreso. La convivencia en la vida diaria con las actividades criminales se puede constatar en mucho de la vida diaria.
Ante el escenario seguro de que, en el siguiente sexenio, Morena gane la mayor parte de las gubernaturas del País y gane con amplia mayoría las elecciones presidenciales del 2024, la sociedad mexicana tiene que fortalecer sus estructuras de participación y de obras sociales, para seguir reconstruyendo tejido social y formar capacidades en la sociedad. Se trata de que formemos tanta sociedad civil como sea posible para que desde aquí formemos proyectos en las zonas más conflictivas, para que los niños y los jóvenes tengan oportunidades de crecimiento y mejoremos en general la calidad de vida. La prevención del delito se debe dar desde edades tempranas con jóvenes que viven con condiciones de riesgo. Se requiere de muchos proyectos para reducir la tentación de ser jóvenes sicarios como en este espacio por años compartí las historias en Las Joyas y ahora en Ciudad del Niño Don Bosco. Es cierto que hay grupos vulnerables, pequeños con cáncer o capacidades diferentes o en desnutrición. Pero donde está la batalla monumental es con los pequeños en contacto con el crimen. No será fácil, se requiere apostar por la vida y trabajar, cuando no basta solo con rezar.
Jornada de oración
La respuesta del Presidente AMLO fue terrible, triste, de vergüenza: asegurar que la Iglesia y los jesuitas eran parte de las agresiones a su gobierno. Ni los más fieles seguidores de Andrés Manuel tuvieron argumentos para defenderlo.