Las “precampañas” de las “corcholatas” morenistas se ha convertido en un CONCURSO de ADULACIÓN.

Parecen creer los suspirantes que el camino a la candidatura pasa por el apartamento de Palacio Nacional, de ahí que su propuesta concreta sea “Defendamos al Señor Presidente”.

Esto ante las inconformidades hacia el T-MEC de los gobiernos de Estados Unidos y Canadá, ya que las prohibiciones de la 4T a la inversión privada en energía violan sus reglas.

Mientras las corcholatas se montan al tren zalamero, el adulado mismo le hace al Adulto Mayor Héroe y se enreda en la Bandera, convirtiendo las diferencias con nuestros socios comerciales en un tema de “SOBERANÍA”.

Así lanzó el sábado en Nayarit los pseudoargumentos más gastados por los gobernantes mexicanos: “México no es colonia de ningún país extranjero”, “el Presidente de México no es títere, no es pelele de ningún gobierno del exterior”, y de nueva cuenta resucitó el petate del muerto: que los “reaccionarios” se oponen al “rescate” de la CFE y PEMEX.

Y que estos “reaccionarios” son “traidores a la Patria”.

Todos sabemos a estas alturas que esta jerga es populista y demagógica, quizá los acarreados allá en Nayarit se la hayan tragado entera, pero nadie más.

Mientras, los aspirantes morenistas a la candidatura presidencial convierten el tema en uno de “defender al Presidente”, cuando lo que deberían estar haciendo es defender a México.

Pero no de los norteamericanos o de los canadienses, sino que de los graves y repetidos errores de su jefazo.

Es él quien se convierte en “traidor a la Patria” cuando ningunea a los médicos mexicanos importando médicos CUBANOS, y permitiendo que los sicarios del hampa asesinen a nuestros médicos en servicio mientras atienden a las comunidades desprotegidas.

Mismos médicos cubanos que además vienen a México a adoctrinar en el marxismo/leninismo a las comunidades a donde los van a enviar y no a curar.

Si la intención fuese sanar, comenzaría este Gobierno por dotar de medicinas a nuestros médicos que ya están en servicio.

Enorme daño le causa a la Patria el hombre al que adulan, cuando a ciencia y paciencia rehúsa combatir a la delincuencia y ha permitido que la inseguridad en México crezca de manera alarmante.

Si acaso quieren sucederlo, ¿acaso no se percatan que durante su sexenio el crecimiento económico de nuestro País ha sido nulo? ¿Que el desempleo es elevadísimo, que la pobreza crece en lugar de disminuir?

¿Acaso ignoran quienes anhelan heredar su puesto que el “rescate” a Pemex, la petrolera más endeudada e ineficiente del mundo, quebraría las finanzas mexicanas?

Por más de 85 años PEMEX ha sido “del pueblo” y ha operado como monopolio protegido del Gobierno de México.

¿En dónde está la prosperidad que el petróleo le iba a aportar al pueblo de México cuando se nacionalizó?

Han prosperado sus líderes SINDICALES y algunos de sus directores más corruptos, pero al pueblo de México PEMEX le representa no un salvavidas económico, sino un ANCLA AL CUELLO que amenaza con hundirnos en la miseria.

Estando en manos de los cuatroteístas, la calificación crediticia de PEMEX ha sufrido DEGRADACIÓN, entonces ¿de qué rescate hablan?

La “defensa” del hombre que se ha autodesignado como el Dedo Ungidor resulta ser demagogia, palabrería hueca, rollo vano, no obstante, lo mejor que se le puede ocurrir al pre-precandidato Marcelo Ebrard en un acto de campaña en Ecatepec, Estado de México, es “¡Defendamos al señor Presidente!”.

¿A poco espera que la gente diga “¡Qué valiente propuesta, qué original, qué patriótica! ¡Tan sólo por esta postura gallarda este hombre merece ser el siguiente Presidente!”?

Quizá les sorprendería saber al hato de aduladores del Dedo Ungidor que hoy un 50 por ciento del electorado se opondría al continuismo.

Para el 2024, cuando sea la elección para suceder al hoy Presidente, es muy probable que, de predominar las condiciones lacerantes que hoy dominan -violencia, desempleo, miseria, carencia de oportunidades, de medicinas, de justicia y progreso-, no pueda descartarse que el porcentaje de electores que prefieran un rumbo diferente sea mayor al 50 por ciento y que ni las dádivas ni los votos comprados sean suficientes para inclinar la balanza a favor del populismo de los fracasos que ha generado condiciones de insatisfacción.

Siendo así, deberían contemplar las corcholatas que para ganar necesitan tomar posturas en las que aporten soluciones concretas a los problemas que nos aquejan y no proferir alabanzas abyectas al Presidente.

No lo hacen porque saben que para llegar deben agradar no al pueblo elector, sino -únicamente- al residente de Palacio Nacional.

¿Acaso así funcionan las democracias?

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