Este 26 de julio se cumplieron 70 años de la muerte de Eva Perón, en la columna de esta semana me gustaría compartir algunas de sus aportaciones a la política argentina del siglo XX.
El mes de enero de 1947 fue significativo para el peronismo en Argentina. Por un lado, tuvo lugar la creación del Partido Peronista propiamente dicho. Por otro, y en forma simultánea, Eva Perón inició la campaña por la obtención de la ley de sufragio femenino, que incluía el lanzamiento de su propia línea interna dentro del peronismo. Acciones que sirvieron como puntapié inicial del armado de un liderazgo que tenía alcances insospechados en ese momento.
Tardó en llegar, pero finalmente, a mediados del siglo XX, por primera vez en la historia de Argentina, las mujeres pudieron depositar su voto en las urnas. Era 11 de noviembre de 1951. Entonces, lograba la reelección Juan Domingo Perón. El voto femenino era un reclamo histórico de los movimientos feministas, que exigían la igualdad de derechos, deberes y oportunidades entre las mujeres y los hombres. Nueva Zelanda, Australia, Noruega, Uruguay y Rusia, entre muchos otros países, lo habían aprobado a fines de la Primer Guerra Mundial. En Argentina, con excepción de la breve experiencia sanjuanina de 1927, se seguía demorando. Varios proyectos legislativos de los socialistas dormían en las cámaras parlamentarias cuando, durante la campaña presidencial de 1946, el Partido Laborista, que presentaba a Perón como candidato a presidente, prometió su aprobación. En agosto de aquel año, el Senado dio media sanción al proyecto. Pero la polémica se encendió en Diputados, que recién lo aprobó el 9 de septiembre de 1947. Entonces, la única disidencia real provenía de algunos sectores conservadores, pero en la Cámara baja fue aprobado finalmente por unanimidad en general.
La campaña a favor del sufragio comenzó el 27 de enero de 1947, con una Carta Abierta de Eva Perón publicada en el periódico Democracia, y un ciclo de seis exhortaciones radiofónicas. Al mismo tiempo inició el estratégico plan de apertura de los centros cívicos femeninos “Doña María Eva Duarte de Perón” (MEDP), que no tenían vinculación con el Partido Peronista ni con ninguna facción política, sino que se trataba de la suya propia. Los centros contaban con una delegada designada por Eva en cada provincia y sumó el apoyo de las esposas de los gobernadores. Su fin era colaborar con su obra social y apoyar la ley de voto de las mujeres.
Los centros creados por Eva Perón convivían con otros pertenecientes a la rama femenina del Partido Peronista, es decir, aquellos que respondían a los antiguos radicales renovadores, laboristas, independientes y gremialistas. A partir de ese momento, estos centros sumaron un nuevo objetivo: la obtención de los derechos políticos de las mujeres. Esta demanda se vio reflejada en los cambios de denominaciones y con el surgimiento de los centros pro voto femenino y otros que aplicaron ostentosamente el nombre completo de la primera dama. Una suerte de sello que los distinguía; un principio de identidad que los definía y diferenciaba del resto.
Desde que Juan Perón asumió la presidencia hasta septiembre de 1947, se presentaron nueve proyectos de ley de voto femenino. Debido a las demoras en su tratamiento, Eva expresó varias quejas mientras mantenía reuniones con legisladores y, para presionarlos, convocaba a los centros cívicos MEDP a reunirse en la Plaza del Congreso. Los días previos a la sanción de la Ley, la Plaza del Congreso estaba ocupada por mujeres provenientes de distintos lugares, al grito de “¡Queremos votar!”. Las fotografías de los periódicos muestran pancartas con la imagen de Eva y un gran cartel con la inscripción “Centros Cívicos femeninos María Eva Duarte de Perón”. Luego, ellas los daban vuelta y formaban la palabra EVITAS. En las provincias también se repitieron estos actos en las plazas principales al canto de “un, dos, tres que se vote de una vez”. No eran muchos pero sí eran visibles.
La ley llevó el número 13.010, estableciendo que“las mujeres argentinas tendrán los mismos derechos políticos y estarán sujetas a las mismas obligaciones que les acuerdan o imponen las leyes a los varones argentinos…”. El 23 de septiembre, Perón y su ministro Ángel Borlenghi firmaron el decreto de promulgación; cuatro años más tarde, las mujeres votaban por primera vez.
Ese proceso duró cuatro años y en él fue muy importante el papel que tuvieron “las delegadas censistas” que representaban el Partido Peronista Femenino en todas las provincias del país. “Promovieron una campaña de lo que hoy entendemos como ‘pedagogía del voto’. Su primera misión fue saber dónde estaban y quienes eran las mujeres identificadas. Su labor incansable fue crucial para generar un movimiento popular de mujeres muy activo, participativo y resolutivo de las necesidades de las comunidades”, señala Martínez.
Una campaña, que a la luz de los números, fue todo un éxito: las mujeres acudieron masivamente a las urnas. Para esas elecciones en el padrón figuraban 8.623.646 de electores, entre ellos, 4.222.467 mujeres. De ese total, el 90,32% se hizo presente en las urnas y más de la mitad votó al peronismo. El resto de las electoras, 1.375.096, lo hicieron por otras fuerzas políticas, que en total sumaban ocho candidaturas.
Como nunca antes en nuestra del país argntino, las mujeres ocuparon bancas. Bancas para transformar, para incluir nuevas agendas, para ser ciudadanas y abrir a millones de mujeres la oportunidad de ser protagonistas de su tiempo. Las mujeres dejaron de ser invisibles.
Esto vino de la mano de Eva, pero antes que ella también de las mujeres sufragistas, radicales, socialistas, comunistas, librepensadoras. De muchas mujeres que pelearon por los derechos en todas las épocas y que también estuvieron invisibilizadas pero que nos gusta recordar.
Mujeres que lucharon duramente por lo que después Eva Perón reivindicó. Todas mujeres protagonistas, como las delegadas censistas, las primeras legisladoras, las mujeres trabajadoras. A todas ellas, un agradecimiento enorme.
El acto sirvió también como una demostración y medición de fuerzas políticas en general y femeninas en particular, y abrió la posibilidad de visibilización de los centros partidarios que comenzaban a apoyar a Evita. A partir de allí comenzó una frenética carrera de organización femenina que tuvo su punto culminante dos años más tarde con la creación del Partido Peronista Femenino: no la rama femenina del Partido Peronista, sino un partido en sí mismo y presidido por Eva Perón, que en las elecciones de 1951 logró que muchas mujeres votaran al peronismo y que estas fueran elegidas para ocupar bancas en los congresos.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo