“La jardinería requiere mucha agua, especialmente en la forma de sudor”.

Lou Erickson

 

Mucha gente bien intencionada dice: “El agua es demasiado importante para dejarla al arbitrio del mercado”. Yo opino lo contrario: es tan importante que es irresponsable sustraerla del mercado. Dejar el precio en manos de los políticos es garantía de escasez. 

Este 29 de julio el presidente López Obrador dio a conocer un decreto para “reforzar” las acciones en la crisis del agua de Nuevo León. Entendió que hay que “resolver el fondo a mediano y largo plazo del problema y reforzar acciones de inmediato”, pero anunció solo restricciones a las industrias, la construcción de algunas obras de infraestructura y la participación del Ejército para llevar agua a comunidades marginadas. No ofreció ninguna medida de fondo. Su enésimo cuestionamiento a la cervecera de Mexicali revela que no comprende el fondo del problema. 

Los precios son el regulador más eficiente de una economía. “Desempeñan un papel crucial para determinar cuánto se usa de cada recurso y cómo los productos resultantes son transferidos a millones de personas”, como escribe Thomas Sowell. Cuando los políticos tratan de suplantarlos, suelen tomar decisiones equivocadas que generan escasez o sobreproducción, porque ningún ser humano tiene capacidad para reemplazar miles de decisiones independientes que se realizan cada minuto en un mercado libre. 

El agua ha sido un producto siempre controlado por el gobierno que lo vende a precios manipulados. El problema no es nuevo ni exclusivo de México. Ya en La riqueza de las naciones (1776) Adam Smith discutió “la paradoja del precio del agua”. R. Quentin Grafton y sus colegas de la Universidad Nacional de Australia la estudian en “La paradoja de los precios del agua” en la Oxford Review of Economic Policy de enero de 2020: “El precio del agua casi nunca equivale a su valor y rara vez cubre sus costos”, escriben. 

Distintos estudios citados por la OCDE, sin embargo, muestran que “poner un precio adecuado al agua hará que la gente desperdicie menos, contamine menos e invierta más en infraestructura hídrica”. En los países ricos se pagan precios cada vez más realistas. En México los hogares cubren 0.49 dólares por metro cúbico, en España 1.92, en Suecia 3.59, en Finlandia 4.41 y en Dinamarca 6.70. Pensar que dar un precio artificialmente bajo al agua ayuda a los pobres es falso. La falta de recursos para invertir en infraestructura afecta principalmente a los pobres, que no tienen agua entubada o la tienen de mala calidad. Es mejor dar subsidios directos a los pobres que no puedan pagar el agua que deteriorar todo el sistema con precios demasiado bajos. 

Un 70 por ciento del agua en el mundo se emplea para la agricultura (OECD). En México la cifra es de 76 por ciento; aquí el abastecimiento público representa el 14 por ciento, la industria autoabastecida el 5 y la electricidad otro 5 (Conagua/INEGI). Proponer como solución solo restricciones a la industria revela que no se ha entendido el problema. 

La solución de fondo son los precios realistas. Si el agua tuviera un precio de mercado, las empresas y los agricultores definirían si vale la pena tener una planta cervecera en Mexicali o cultivos de naranja en Nuevo León. Los proveedores de agua tendrían, por otra parte, recursos para construir infraestructura. 

Los mercados no son perfectos, pero se ajustan cuando cambian las condiciones económicas. Los políticos, en cambio, persisten en sus errores hasta que destruyen los servicios públicos. Por eso el peor de los mercados es mejor para definir precios que el mejor de los políticos. Hoy lo vemos en los políticos que quieren resolver la crisis del agua en Nuevo León sin tocar el fondo del problema. 

Recesión

Es verdad que Estados Unidos está entrando en una recesión mientras que México sigue creciendo, pero la recesión de nuestros vecinos nos arrastrará. 

www.sergiosarmiento.com

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *