La noche del martes fue como ninguna otra en la historia de la entidad. Las ciudades del corredor industrial se encendieron con los ataques a Oxxos y la quema de vehículos por parte de delincuentes bien orquestados. Eso nunca había sucedido aquí. Un día inédito. 

Ayer la gente tenía miedo de que volviera a suceder. En algunas empresas permitieron la salida temprano de sus trabajadores porque así lo pidieron.  Negocios se detuvieron por miedo a traslados y el estupor trascendió a los hogares. Si el sentimiento de riesgo pudiera medirse, probablemente estaría en semáforo rojo como en la pandemia.

El terror de ver autos y comercios incendiados no es nuevo para ciudades como Celaya, lo extraordinario es que sucedió en varias ciudades al mismo tiempo. Las autoridades detuvieron a 11 infractores y no hubo homicidios. La respuesta del cártel dominante en Jalisco y Guanajuato fue inmediata y extendida. Quisieron mostrar su poder frente a la presunta detención de un líder prominente de la organización. 

En el fondo subyace una lucha de poder. Un “pulso” entre delincuentes y autoridades que la gente observó en millones de repeticiones de fotografías y videos en redes sociales. Los Oxxos, prominentes comercios de conveniencia, fueron el  lienzo de violencia donde pintaron su raya. Incluso los pirómanos filmaron detalles de su incursión a las tiendas con la consabida retahíla de insultos y jaloneos. La violencia no llegó al homicidio pero sí lastimó a familias que perdieron sus vehículos en llamas. También aterrorizaron a los dependientes de las tiendas. 

Quedan 22 meses para las elecciones y Guanajuato  necesita paz o una reducción importante de la violencia y la criminalidad. El ciudadano no comprende por qué las autoridades tardaron tanto en intervenir. Las policías locales no tienen la fuerza ni el calibre necesario para enfrentar un ataque como el de antier, aunque fueron quienes detuvieron a la mayoría de los 11 agresores.  Las fuerzas estatales no pueden lograr la ubicuidad en tanta ciudad y la Guardia Nacional parece un fantasma del que todo mundo habla pero no tiene la presencia ni contundencia a la hora de la verdad. 

Hay muchas preguntas en el aire que las autoridades deberían de dar para informar a detalle cuál es el alcance del fenómeno y cómo lo contendrían en un futuro. Según el reporte de Femsa, la propietaria de los OXXO, en Irapuato hubo 20 afectaciones, en Celaya 3 y en León 2. Aunque tenemos datos de que en otros municipios como Silao, Guanajuato, Purísima, San Francisco y  Dolores Hidalgo también fueron víctimas del ataque. 

En otras entidades pudieron contener la violencia mediante la coordinación entre autoridades. Como no tenemos información precisa de las mesas de seguridad en lo cotidiano, asumimos que hay suficientes elementos para que cambien las cosas, pero no sabemos si trabajan alineadas en metas precisas o estrategias conjuntas. Lo que sí sabemos es que el tiempo apremia. La ciudadanía no merece vivir en la zozobra ni las empresas sufrir ataques que lastiman su patrimonio y operación. Femsa es una empresa sólida y pujante en Guanajuato. Sus productos y servicios ayudan con la inmediatez de necesidades de compra y de pagos. Una entidad que aspire a la civilidad, la inversión y la seguridad de sus ciudadanos debe hacer prevalecer la tranquilidad. Cuando la gente tiene miedo hasta de salir a la calle, podemos decir que hay un estado fallido. 

Por bien de todos, primero la seguridad y la paz pública. 

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