Imaginemos que el Banco de México es una gran pinza aprieta tuercas. Cada aumento en la tasa de interés equivale a cerrar la llave del dinero en el país. Con el incremento de otro 0.75% en su tasa de referencia llega al 8.5% y encarece el dinero para enfriar la economía.

La repercusión en el crecimiento vendrá tarde o temprano, por eso hay quienes estiman que el 2023 puede ser otro año en blanco. El primero en sufrir el aumento de tasas es el propio gobierno que debe elevar el rendimiento de los cetes. Estados muy endeudados como Nuevo León tendrán que sacar más del presupuesto para pagar, ahora sí, tasas reales de interés. Eso limita la capacidad de hacer inversión productiva como es la infraestructura, algo ausente en el sexenio porque la tajada mayor fue para las tres obras insignes que hoy sólo producen gasto.

Una ventaja del país es su sector exportador que crece mes con mes en ventas a Estados Unidos y a otros países. Sin ese motor, estaríamos viviendo una crisis como la de Argentina o la del mismo Reino Unido que paga las consecuencias de su Brexit. Otra ayuda será que en EU la inflación tocó techo. La gasolina bajó de precio de 5 a 4 dólares por galón en promedio. Eso pudiera ser una señal de alivio futuro porque evitará una recesión. 

La desgracia de la pandemia sigue cobrando caro el tiempo de paro mundial en 2000. Cuando vino el rebote en 2021 con toda la inyección de recursos de los bancos centrales, lo que faltaba era producción de todo, desde microchips hasta granos y energía. 

Otro fenómeno que veremos será la desaparición de muchas empresas que están muy endeudadas. Pudieron resistir la pandemia gracias a la baja de intereses y la reestructura de sus créditos con la banca pero ahora con intereses caros puede sucederle lo que a Unifin, una institución de crédito que suspendió pagos y perdió en un día el 85% de su valor en bolsa. Por fortuna la banca en general no perdió la solidez. 

Otra buena noticia es la estabilidad cambiaria. Un logro inequívoco de la presente administración que ayuda a contener los precios. Muchos críticos lo atribuyen a las remesas y a las exportaciones pero también es el buen cuidado que tienen la Secretaría de Hacienda y el Banco de México. Incluso el presidente López Obrador considera un éxito mantener el precio del dólar. El recuerdo de la frase de José López Portillo de que “un presidente que devalúa es un presidente devaluado”, debe pesar mucho en lo que hace AMLO. Por eso no creemos que se les ocurra, ni por equivocación, cancelar el T-MEC. Sería como apagar el motor de un auto en movimiento. 

Si el aumento en los intereses reducirá el consumo interno, pegará a hipotecas, tarjetas de crédito y compras a plazos, sería suicida para el partido oficial Morena cancelar exportaciones e inversión. Sería ponerle una granada a punto de explotar en la mano de la corcholata ganadora de la encuesta. Además provocaría una crisis de fin de sexenio de pronóstico reservado. 

Si EU sigue creciendo y logra evitar una recesión prolongada, hay buenas oportunidades de que el país sea un ganador con el “nearshoring” o fabricación cercana. Los tiempos de entrega, la facilidad de tener el mismo horario y la inmediatez en la logística pueden ayudarnos a ser la nueva fábrica de Norteamérica. Producir mucho y bien es la única salida para nuestra economía. 

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